28 de noviembre de 2008

Jueves por la mañana en París


El día despertaba más frío que de costumbre, la luz empezaba a cubrir las calles y mis ojos comenzaban a desempañarse del sueño...
Miré por la ventana y vi pasar a una señora con una gran bufanda que la cubría hasta los ojos y unos elegantes guantes de ante negro, caminando deprisa para dejar a trás el frío que la perseguía.
Sentí un escalofrío, la estancia estaba vacía, era tan grande que la pequeña estufa bajo la mesa apenas podía mantenerme calientes los pies...
Me tapé como pude con la mantita, me encogí y sentí un entumecimiento en el cuerpo por la tensión que me provocaba la temperatura ambiente...
Necesitaba tomar algo caliente que me devolviera color y vida, así que decidí ir a la cafetería situada al otro lado de la calle.
Me puse la bufanda, el abrigo cerradito hasta arriba, cogí el bolso y me armé de valor para cruzar el polo en que se había convertido la calle.
Abrí la puerta de bar y sentí el aroma del cafetal y el calor de sus tierras meridionales...entré y me senté a un lado de la barra. Saludé y sonreí al camarero, "lo de siempre por favor", "bien calentito?", "sí, gracias"...
El ambiente era distinto aquella mañana, ya no era el bar de siempre, con Emilia tras la barra, las señoras hablando de sus hijos, la de la peluquería apurando un café entre tinte y permanete y el de la ferretería derrochando simpatía entre las féminas.
Esta mañana estaba en París, en un clásico café con encanto, con gente dispar y pintoresca, con olores y matices de otro tiempo.
A mi lado se encontraba un chico con aire de artista, con su pelo largo, su boina ladeada y un grueso jersey de lana. Apuraba un purito con estilo y ojeaba ensoñando otra realidad en un periódico muy usado.
En una mesa del fondo se encontraba una joven mujer, desayunando un bollo, zumo y un gran café. Parecía triste y distraída y apenas había comido nada. Sus ojos mostraban melancolía, y sus manos parecían agotadas... quizá vivía un desamor desconsolado...una historia de amor pasional a la francesa...
Se abrió la puerta y entró un hombre ya cansado de saber, con los años tatuados en su rostro, con la pausividad de los años y la paciencia adquirida. Pidió un café y me regaló un guiño de ojo.
Me concentré en mi café, lo veía humear y absorvía todo su aroma al respirar. Encendí un cigarrillo, crucé las piernas subida en el taburete y apoyé el codo en la barra. Fumé con el estilo que sólo puedes fumar en un café de París, me entretuve ojeando sin ver una vieja revista de moda, sonreí por haber viajado por sorpresa aun lugar con tanto encanto...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Abrí mi paraguas y salí a la lluvia, a ese mundo de encuentros y desencuentros llamado ciudad, absorví cada destello de vida, cada minúsculo suspiro de libertad, que se escapaba por los resquicios cuasinulos de las corazas invisibles de la gente, forjadas en el infierno de lo cotidiano, en la fragua de la rutina, por los colosos de lo normal y lo debido. Aspiré esa fragancia efímera, de deseo de algo más, que transpiraba del subconsciente de cada caminante que me cruzaba. Y digo caminantes, no paseantes, porque ellos, al contrario que yo, caminaban, tenían un punto de partida y otro de destino, iban de casa al trabajo, del trabajo a casa, de compras, a tomar algo con alguien, a hacer otra cosa que interrumpiese el caminar, evitando que se convirtiese en vagabundar, luchando contra el disfrute de pasear, de ir sin rumbo fijo, guíado por la intuición de los propios pies y el anhelo de algo nuevo, diferente, que rompiera con los esquemas aburridos del día a día. Y así, pasee, paseé entre la gente, molestándolos al interrumpir su camino, al provocar esas miradas de "¿Éste a dónde va?, Este tío no tiene ni idea de por dónde anda, ¿Y tú que miras?", etc. Y era cierto, no tenía ni idea de dónde estaba ni adónde iba, ni siquiera de dónde venía, simplemente había abierto mi paraguas y, "Hop", allí estaba yo, entre el gentío, entre la marabunta de personashormiga que quehacían en su hormiguerociudad, de un lado a otro, con su rumbo genéticasocialmoralmente marcado. Había abierto mi paraguas no porque lloviera, sino para disimular mi omniobservante forma y no asustar a esos que se hacían llamar congéneres míos, mientras paseaba entre ellos, estudiando su comportamiento para confundirme mejor en su mundo, sin ser descubierto. Cerré el paraguas y, "Plof", de vuelta al hogar, que no a casa, pues casa tienen ellos y no yo, que vivo entre la nube de mi imaginación y otra más densa, de sustancias prohibidas por ellos, que evitan que me vuelva loco entre estas infinitas paredes conformadas y conformantes de lo normal y lo cotidiano. De vuelta a mis dragones y mis magias, a mis héroes y villanos, que aparcan a un lado al personaje que debo intrepretar cuando me disfrazo con mi paraguas y mi ropa de "Gente Corriente", aunque lo único de corriente que haya en mí, sean las carreras que me hecho sin saber a dónde, porqué ó cómo y que, invariablemente, me obligan a regresar a mi refugio, donde soy yo, porque si fuera yo ahí afuera, seguramente me encerrarían en uno de sus mal llamados centros de salud mental, donde te vuelven más loco de lo que estás habitualmente, pues la enfermedad que ellos llaman locura, para nosotros, los que soñamos y luchamos por nuestros sueños, es el aire que respiramos para vivir, nuestra agua, nuestro alimento, el motor que nos impulsa a pasear y disfrutar de la vida en si misma, por lo que es y tal como es, con lo bueno y con lo malo, a veces con más bueno que malo si nos esforzamos bastante, hasta que la muerte nos separe...

Anónimo dijo...

Hoy me siento triste y vacío
Hoy sólo siento frío
Hoy, para hoy no hay motivo.
Hoy no tengo razón de ser
Hoy no quiero querer
Hoy no tengo ganas de ver.
Hoy no hay arco iris en el cielo
Hoy solo miro al techo
Hoy solo beso el suelo.
Hoy no me apetece nada
Hoy solo hay penas desatadas
Hoy me pesa mucho el alma.
Hoy no es un buen día
Hoy mi noche está dormida
Hoy la luz no está encendida.
Hoy las llamas no me queman
Hoy los brazos no me pesan
Hoy los ojos lloran, rezan.
Hoy por hoy no siento vida
Hoy mi alma está escondida
Hoy no existe la alegría.
Hoy el presente es un fantasma
Hoy el pasado, menos que nada
Hoy el futuro toca retirada.
Hoy siento que no siento
Hoy mi piel es un lamento
Hoy mi voz no tiene aliento.
Hoy mi corazón no late
Hoy mi mente está que arde
Hoy mi vida llega tarde.
Hoy sólo soy suspiro
Hoy sólo soy quejido
Hoy estoy menos que ido.
Hoy la locura dice adiós
Hoy la cordura dice no
Hoy no hay voz en mi interior.
Hoy no hay voto de conciencia
Hoy nada me silencia
Hoy no hay ritmo ni cadencia.
Hoy nada es lo que parece
Hoy la belleza me enloquece
Hoy todo y nada permanece.
Hoy estoy muy alterado
Hoy me siento muy frustrado
Hoy mejor estoy parado.
Hoy por hoy yo no soy yo
Hoy estoy de lo peor
Hoy espero, mañana sea mejor…
Hoy, ¿y mañana?
Hoy, ¿tal vez nada?
Hoy ya fue mañana, es ayer...
Hoy es hoy, una y otra vez...

Estela dijo...

Hoy por hoy, soy lo que soy. Mañana tal vez sea un yo mas amable...pero siempre mi yo en medio de la gente, mi yo q siempre es y que nunca cambia, hoy quizá aprenda a ser como vosotros, pero en el fondo sé que soy yo sin nada que ver al resto...perdida en medio de un montón de gente, encontrandome a mí misma en cada rincón de felicidad escondida en un mundo disfrazado de intenciones sin metas. Mi yo elevado al infinito cuando soy libre atada a vuestras cadenas...