23 de abril de 2008

Toc toc

Siento un incesante toco toc en mis sienes, mi pulso inunda como resueno de tambores todo mi cuerpo, toc, toc, pum, pum,toc, toc, pum, pum...es un ritmo constante, abrumador...
Está en rebeldía, no me dejará descansar ni un segundo. Es su manera de hacerse notar, quiere salir de su encierro...y yo no le dejo. Es su venganza el quemar mis nervios con su rítmico veneno. Me llevará esta melodía infinita a la muerte más sonora.
Llevo la música mortífera allá donde voy y acabará por hacer su gran final en una explosión de notas repetidas...toc, toc, pum, pum...
No quiero escuchar tu música malévola, aguantaré tu encierro como la condena de mis fechorías y si consigues hacer escuchar tu concierto, mi muerte acabará contigo...se apagará tu melodía.

22 de abril de 2008

Solo


Estabas sólo entre la oscuridad y el silencio que habitaban en tu casa. Las noches de insomnio eran una rutina más en tu vida. Pasaba el tiempo y lo que te rodeaba era inamovible, era la soledad, la rutina la desesperación. Y tú único consuelo eran las noches en que yo me aparecía, te visitaba y te hacía olvidar por un momento todo eso...
No podías dejar de pensar en mi, de recordar los momentos que habíamos pasado juntos, de desear volver a tenerme, de olerme, sentirme, tocarme, mirarme a los ojos, saborearme...todo eso que ya no podías y necesitabas...cada noche, durante años...se estaba convirtiendo en una obsesión.
Te provocaba ansiedad el tiempo que distanciaba cada una de mis visitas, nunca podías saber de antemano cuando sería y eso, en verdad, hacía que te gustara más, era como un juego.
Las noches en mi ausencia las entretenías viendo viejas fotos, recordando nuestros juegos, las risas y pensando en las noches en que podías tenerme...
Y llegaba el momento, yo aparecía y tu sonreías como un tonto, feliz aunque sabías que no duraría, que no podrías tocarme, ni escucharme, sólo observar mi rostro e imaginar el resto. Eso te valía. Te conformabas con eso aunque lo deseabas todo.
Tenía fecha de caducidad, sabías que la tenía, tarde o temprano eso se acabaría, al igual que ahora.
Pero no te importa, lo disfrutas y lo seguirás haciendo mientras yo te lo permita.

21 de abril de 2008

Burbuja


Mi alma está llena de escarcha. Mi cuerpo gélido por el frío de tu ausencia. Estalactitas heladas clavadas en mi corazón aún caliente, cada latido me acerca un poco más a la muerte. Las cadenas de hielo me atan a la cueva de tu indiferencia. Mis labios azules ya no saben pronunciar tu nombre. El viento siberiano arrulla mis oídos en las noches eternas del polo, el polo donde tú me abandonaste.
Los lobos aúllan cercanos, oliendo en la brisa mi furia paranoica, la tormenta de mi tormento. Desapareceré cubierta de un manto blanco, mi cuerpo seguirá intacto pero mi alma volará hasta el infierno. Mi condena será la espera terrenal en mi cárcel gélida, nada me recordará la vida que una vez habitó mi ser, desapareceré de tus recuerdos y moriré en vida.
Viviré en la burbuja de tu remordimiento y volveré a revolverte en tus sueños, desconocerás mi imagen pero sentirás mi agonía. Tu descanso ya no te pertenece, serás el guardián de mi desdicha. Mi condena es tu condena.

18 de abril de 2008

Ella

Otra vez estaba ahí, mirándome frente a frente en la oscuridad. Esa mirada acusadora que me perseguía constantemente. ¿Por que no me dejas en paz? Trataba de huírla, rehusaba cruzarme con ella, pero era imposible. Cuando caía la noche sus ojos eran como dos enormes lunas que no se separaban de mí, sentía como si todo el mundo pudiera verlo igual que yo, aún cuando sabía que eso no era posible. Me pertenecían a mí, eran mi condena por las faltas que había cometido. Mi penitencia. Mi amarga compañía.
Cada noche sin falta venía a verme a mi cuarto, y yo me desesperaba, me retorcía, gritaba, lloraba...era una amarga daga la que se me clavaba en el pecho.
No podía más, tenía que escapar de ella. Salí corriendo en medio de la noche, las calles estaban vacías de gente pero llenas de ojos que me miraban. Corrí, corrí sin rumbo, entrecerrando los ojos. La imagen se distorsionaba, sólo distinguía las luces difuminadas de las farolas. Escuchaba el resonar de mis pasos sobre el empedrado, mi respiración acelerada que se mentremezclaban con mis sollozos y sentía las gotas de lluvia que empezaban a calar mi ropa.
Creí que el corazón me iba a estallar, estaba desorientada, extenuada pero parecía que la había perdido. Le había dado esquinazo, podría descansar aunque sólo fuera un momento.
Me senté en un banco del parque donde me encontraba, miré a mi alrededor intentando descubrir algo conocido que me ayudase a saber donde estaba. Creí reconocer una de las calles que salían de la ciudad vieja, iría por allí antes de que ella volviera a alcanzarme.
Tomé aire y me encaminé calle abajo.
A medida que mis pasos avanzaban sentía mas cercana su presencia, me seguía pero no se mostraba. Estaba acechante, esperando a ver mi reacción, esperando a saber donde iría a guarecerme de ella a sabiendas de que siempre me atraparía.
Aceleré el paso, sabía perfectamente donde me encontraba en ese momento y sabía a donde dirigirme. empecé a sentirme más segura, con una mínima esperanza de separarme de ella esa noche.
Estaba empapada, la lluvia era más fuerte ahora, corrí, cada vez más rápido, mi corazón bombeando, mis pulmones llenos de aire...corría, corría cada vez con más ganas. Te dejaré atrás. No me encontraras esta noche.
Llegué al portal y llamé insistentemente al timbre. Empezaba a impacientarme, si tardaba mucho me encontraría.
Escuché una voz y supliqué que me dejase entrar...la puerta se abrió y entré apresurada. Cerré la Puerta y subí las escaleras corriendo, piso por piso hasta llegar a su puerta. La golpeé con mis puños desesperados y se abrió. Me miraste sorprendido...
¿Que ha pasado?. Abrázame.
Me quité la ropa mojada y me di una ducha caliente mientras me mirabas preocupado. No entendías que hacía a esas horas de la madrugada en tu casa y en aquel estado. No recibiste ninguna explicación, pero no te importó en ese momento.
Me vestiste y me arropaste en tu cama, me abrazaste y me prometiste que dormiría tranquila. Tú velarías mi sueño, allí nadie me encontraría. Te creí porque ella te respetaba, sabía que tú podías vencerla.
Pasaron veloces las horas y amaneció en tu ventana. Abrí los ojos y te vi. Observandome con cara seria. Una explicación. Eso me pedías, querías ayudarme, pero yo no quería, era mi castigo, debía vivir con ello aunque a veces intentara zafarme. No podía explicarte.
Tu mirada estaba triste y expectante, no recibías respuestas, solo abrazos y escondidas miradas, te di un beso y te regalé media sonrisa. Me vestí y bajé a su encuentro. Ella estaría esperándome en el portal para acompañarme de nuevo a casa. Su mirada ya no era como anoche, se atisbaba un resquicio de complacencia.

17 de abril de 2008

Si tu lengua es meteoro


Has llegado a mí, con tu serio semblante, con tu presencia armoniosa, con tu aura de paz. Has llegado a mí para traer calma a la tempestad, a la lluvia de estrellas que empapa mi alma. Has llegado a mi para amortiguar mi caída, para recoger los trozos de cristal, para no perder de vista mi estela plateada, para ser mi estrella Polar.
Permanece en mí inamovible, expectante con mi órbita, observador del espacio sideral.
Has llegado a mí para que mi luz no se apague, para que no muera otra estrella. Has llegado a mi para guiarme. Has llegado a mi porque eres eterno y yo fugaz.
Suéñame en tus sueños, saboréame en tu boca, si tu lengua es meteoro, que la mía, sea de cristal...

16 de abril de 2008

Recuerdo

Me incorporé en la cama y te vi tumbado a mi lado...parecías desdibujado por la poca luz que se colaba en tu ventana.
Mi cabeza era un hervidero. El alcohol empezaba a desaparecer.
Me embriagaba el olor a sexo que inundaba la estancia y los flashes de imágenes frenéticas pasaban ante mis ojos como una película acelerada. Volví a mirarte, esta vez, mis ojos te distinguieron con claridad, parecía que dormías tranquilo. Yo no lo estaba.

Traté de recordar todo lo que habia pasado esa noche, había salido a tomar algo y sacudirme el polvo de la rutina, te encontré por casualidad tratando de orientar tu rumbo.
Nos acompañaste toda la noche en nuestro rally alcohólico por los bares de la ciudad, te arrastramos en nuestra corriente magnética de desesperación, de lucha contra la cárcel invisible de nuestras vidas, y no te opusiste, tú tambien lo necesitabas.

Recuerdo que nos quedamos solos en medio de la multitud, el local lleno de humo, de olores y vapores alcohólicos, de música envolvente, recuerdo las risas, los movimientos sonóricos.

Tu mirada se volvió inyectante, poderosa y empezaste tu ritual de seducción. Te propusiste cazarme esa noche y en poco esfuerzo conseguiste morderme la yugular.
Me dejé hipnotizar por tus poderes vampíricos y me llevaste volando hasta tu morada.

Allí me tomaste, aprovechaste tu superioridad y tus encantos y me abandoné a ti. Me poseíste sin tregua; salvaje, excitante, divertida, frenética, placentera noche la que nos cubrió. Perdimos la noción del tiempo y del lugar, caímos extasiados.

Desaparecí.

Emprendí el viaje hacia el país onírico.

Espacio denso...

Ahora estoy aquí, en tu lecho. El humo se escapa entre mis labios suavemente mientras te observo. Cada calada lanza un destello cobrizo en tu espalda. Pareces indefenso ahora.

Me siento fuerte, podría ganarte esta vez yo a ti, pero soy cobarde.
Apago mi cigarro en algún cenicero rebosante de tiempo muerto. Recojo mis vestiduras rasgadas de la noche anterior y salgo sin mirar atrás.

Pasaré fugaz cada noche ante tu castillo en el aire, me recordarás de por vida, porque he dejado mi señal de fuego en ti. Ya nunca serás libre.

Estela


Estela es mi nombre,
la muerte mi condena.

A años luz
de tu presencia,
es la soledad
la que me vela.

Pasaré fugaz
a tu ventana,
me volveré voraz
con tu alma,
deséame
mientras me ganas,
me rendiré
si me amas.

Estela mi nombre,
la muerte mi morada.

Te alumbraré,
me soñarás,
te atraparé,
me capturarás,
te quemaré
y me amarás.

Estela mi nombre,
mi corazón tu morada.