16 de abril de 2008

Recuerdo

Me incorporé en la cama y te vi tumbado a mi lado...parecías desdibujado por la poca luz que se colaba en tu ventana.
Mi cabeza era un hervidero. El alcohol empezaba a desaparecer.
Me embriagaba el olor a sexo que inundaba la estancia y los flashes de imágenes frenéticas pasaban ante mis ojos como una película acelerada. Volví a mirarte, esta vez, mis ojos te distinguieron con claridad, parecía que dormías tranquilo. Yo no lo estaba.

Traté de recordar todo lo que habia pasado esa noche, había salido a tomar algo y sacudirme el polvo de la rutina, te encontré por casualidad tratando de orientar tu rumbo.
Nos acompañaste toda la noche en nuestro rally alcohólico por los bares de la ciudad, te arrastramos en nuestra corriente magnética de desesperación, de lucha contra la cárcel invisible de nuestras vidas, y no te opusiste, tú tambien lo necesitabas.

Recuerdo que nos quedamos solos en medio de la multitud, el local lleno de humo, de olores y vapores alcohólicos, de música envolvente, recuerdo las risas, los movimientos sonóricos.

Tu mirada se volvió inyectante, poderosa y empezaste tu ritual de seducción. Te propusiste cazarme esa noche y en poco esfuerzo conseguiste morderme la yugular.
Me dejé hipnotizar por tus poderes vampíricos y me llevaste volando hasta tu morada.

Allí me tomaste, aprovechaste tu superioridad y tus encantos y me abandoné a ti. Me poseíste sin tregua; salvaje, excitante, divertida, frenética, placentera noche la que nos cubrió. Perdimos la noción del tiempo y del lugar, caímos extasiados.

Desaparecí.

Emprendí el viaje hacia el país onírico.

Espacio denso...

Ahora estoy aquí, en tu lecho. El humo se escapa entre mis labios suavemente mientras te observo. Cada calada lanza un destello cobrizo en tu espalda. Pareces indefenso ahora.

Me siento fuerte, podría ganarte esta vez yo a ti, pero soy cobarde.
Apago mi cigarro en algún cenicero rebosante de tiempo muerto. Recojo mis vestiduras rasgadas de la noche anterior y salgo sin mirar atrás.

Pasaré fugaz cada noche ante tu castillo en el aire, me recordarás de por vida, porque he dejado mi señal de fuego en ti. Ya nunca serás libre.

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