22 de mayo de 2008

Relato

El taxi se acercaba al portal de tu casa y sólo pensaba en las ganas que tenía de despejarme un rato. Quizás ir a cenar y tomarme una copa, tener una agradable conversación , reir...no sé, algo que me sacara de la rutina que últimamente ocupaba todo mi espacio/tiempo.
A pesar de las idas y venidas por el mundo, que me exigía el trabajo, sentía que una amarga telaraña empezaba a cubrir mi vida de monotonía. No hacía más que viajar y viajar, y sentir la indescriptible soledad de los hoteles.

Tú me esperabas impaciente, ya hacía bastante tiempo que el único contacto que teníamos era telefónico. Llegué y me abriste la puerta sonriente, pero en cuanto viste mi cara cansada tu gesto se convirtió en comprensión. Cogiste mi maleta y la llevaste hasta el cuarto. Te seguí y aproveché para sentarme y dejarme caer sobre la cama, estirar los brazos y notar como todos los huesos intentaban recuperar su lugar primigenio. Cerré los ojos y traté de relajarme un sólo minuto...

Sentí como tu peso hacía vibrar la cama al sentarte, pero decidí no abrir los ojos. El silencio que escuchaba empezaba a transportarme hacia un estado de paz que creía desaparecido. Sentir tu mano mesando mi pelo, me despertó levemente de mi estado de concentración, pero sólo un instante, era muy agradable.

La constante caricia de tus manos me relajó por completo. Inhalé aire llenando mis pulmones profundamente y soltando a continuación un pequeño suspiro...
Tus manos descendieron por mi cuello muy suavemente, casi como un roce e hizo que un escalofrío recorriera mi espalda. Mi cuerpo empezó a reaccionas al estímulo que me provocaba tu tacto.

Empezaste a masajearme por encima de la blusa, hasta que la necesidad de contacto hizo que fueras desabrochando los botones poco a poco. Retiraste la tela que me cubría y noté como el aire erizaba mi piel al contacto del ambiente. Tu dedo recorrió la línea que divide mi cuerpo, muy despacio, dibujaste formas en él y sentí como tus besos coronaban la obra de arte que acababas de pintar.

Abrí los ojos y te observé dulcemente. Deseaba sentir por mucho tiempo aquella sensación, como mi cuerpo oxidado por el tiempo empezaba a recuperar el rubor de la excitación.
Decidí despojarme de los tacones y dejé resbalar la blusa por mis brazos para sentirme más aliviada. Empezaba a sentir calor, deseo...
Tomé tu mano te invité a sentarte a mi lado.

Nos quedamos unos segundos hablando con la mirada y pactando lo que iba a ocurrir a continuación.
Besé tus labios carnosos y dejé que mi lengua jugueteara con ellos, recorriendo cada centrímeto de suavidad.
Tu respiración se aceleraba a cada movimiento de mi cuerpo pegado al tuyo, al baile que empezábamos a ejecutar...
Mis manos se independizaron de mí y empezaron a tejer un nuevo destino en tu cuerpo. Acaricié tu torso ya desnudo y dibujé tus músculos con mis yemas... Tu boca se precipitó a saborear mi piel, besándome los pechos suavemente, mientras tus manos acariciaban mi espalda.

Sentía como tu cuerpo despertaba impetuoso, y un profundo calor empezaba a invadir mi intimidad.
Como si de una revolución se tratara desnudamos impacientes nuestros cuerpos, le declaramos la guerra al ocultismo que creaba la ropa y acercamos nuestras pieles deseosas de compañía.
Todo tu calor envolvió mi cuerpo como una cuerda invisible que me ataba a ti.
Los besos, el roce, las caricias... nos hicieron entrar en una dimensión paralela de excitación.
Tenía un sentimiento de vacío que deseaba que tu calmaras llenando mi ser. La respiración acelerada. El corazon latente deseando escapar... Tus manos dibujando mis medidas hasta alcanzar el centro de mi universo femenino... toda la tensión de la excitación previa, desembocó en un torrente de placer...un jadeo escapó entre mis labios y tu sonrisa iluminó el espacio.
Decidiste callar mi canto de sirena con tus labios y me besaste tan profundo que sentí como tu alma rozaba la mía.

Tu cuerpo pedía refugio y me buscaste para saciar tu deseo...entraste en mí firmemente, suave pero decidido, y el alivio se tranformó en suspiro huído de tu boca.
El rítmico movimiento ejecutó su pieza de baile mejor acompasada. Oleadas de placer cubrieron nuestro universo y vimos acercarse el ocaso...poco a poco, se acerca... la luz cegaba nuestra visión y el calor nos inundó por completo. Creía que no aguantaría por mucho tiempo aquellas placenteras sensaciones que se asemejaban misteriosamente al dolor...jadeos, caricias y algún beso fugáz...
Un segundo, que pareció efímero pero increíblemente intenso, hizo que sintiera como si la vida escapara de mi cuerpo, como si me transportara a un mundo paralelo cuando caí de golpe nuevamente en la realidad. La explosión de placer hizo que nos abrazáramos fuertemente y una lágrima asomó victoriosa en mis ojos. Respiré...

Extenuados nos acomodamos en el lecho. La respiración intentaba volver a la normalidad y el calor sublime comenzó a hacerse más suave.
Sentí una tranquilidad y una relajación incomparable.
Te miré y sonreías. Me guiñaste un ojo mientras tu mano dibujaba mi figura.
Tus labios dibujaron una palabra sin sonido que entendí al momento...sonreí divertida.

Creo que ya no me haría falta ir a cenar, ni a tomarme una copa, prefiero pedir el segundo aquí...

No hay comentarios: