Días como hoy deberían borrarse del calendario, días, horas y minutos que sobran...en esta vida que no cesa, que corre veloz, que el tiempo no llega, me sobran horas...
Me sobra este sentimiento, me sobra el pasarlo mal, me sobra el sentirme sola e incomprendida, me sobra el tener que ponerme en el lugar de los demás...
Siempre estoy, siempre pendiente, siempre dispuesta...dispuesta si, pero no a cualquier cosa...
Hoy me sobra sentirme así. Me sobras tú y me sobra todo lo que no busco, y sin embargo encuentro. Me sobran horas a tu lado. Me sobran reproches. Me sobras.
Cementerio de Estrellas
2 de octubre de 2012
Dolor
Dolor
Presión. Crepitar de huesos. Apatía. Cansancio. Desidia. Ruido de entrañas. Agotamiento. Desilusión. Final. Punzante. Hiriente. Castigo. Desprecio. Crueldad.
Dolor
Presión. Crepitar de huesos. Apatía. Cansancio. Desidia. Ruido de entrañas. Agotamiento. Desilusión. Final. Punzante. Hiriente. Castigo. Desprecio. Crueldad.
Dolor
12 de abril de 2011
Sintiendo pensar
Siento pensar, siento el palpitar de los pensamientos en mis sienes. Luchando por aplacar el impetuoso latir de las ideas bulliciosas de mi mente.
Tratando de desviar hacio otro caudal el torrente de ideas que brotan en mi cabeza, y que no son positivas para mi sentir.
Sintiento sentir como siento, sintiendo el pensamiento.
Sintiendo que no soy si no pienso.
Sintiendo pensar. Pensar que no siento.
Tratando de desviar hacio otro caudal el torrente de ideas que brotan en mi cabeza, y que no son positivas para mi sentir.
Sintiento sentir como siento, sintiendo el pensamiento.
Sintiendo que no soy si no pienso.
Sintiendo pensar. Pensar que no siento.
7 de octubre de 2009
Elementos
Hubo una vez que soñé ser aire, me colaba entre los entresijos de tu ser, te acariciaba la cara y mesaba tu pelo. Envolvia tu existencia en una suave brisa fresca y silbaba entre las hojas cantandote nanas.
Hubo una vez que sentí ser el agua de tu cuerpo, dandote vida y forma, fluyendo en tu vivir y meciendote entre mis olas.
Hubo una vez que creí, que viví y existí siendo todos los elementos reunidos en tu centro. El centro de toda existencia, mi centro.
Hubo una vez que sentí ser el agua de tu cuerpo, dandote vida y forma, fluyendo en tu vivir y meciendote entre mis olas.
Hubo una vez que creí, que viví y existí siendo todos los elementos reunidos en tu centro. El centro de toda existencia, mi centro.
28 de abril de 2009
El metro
Sentada en la boca del metro, espera ver subir las escaleras a alguien que me rescatara de mi hastío, no sabía si hombre o mujer, pero alguien que me hiciese pensar que la vida no era eso que yo conocía, que había mucho más allá de lo que mis simples pasos me habían mostrado...
Lo único que subió las escaleras, fué el gurdia de seguridad que me avisaba de que no podía quedarme ahí quieta, era un lugar de paso, así que debía caminar.
Me fui arrastrando los pies calle abajo, sin rumbo fijo, pensando que nunca encontraría esa señal que tanto buscaba, que nada me haría despertar de la estática emocional...
Y recordé al guardia de seguridad, subiendo las escaleras, con serio semblante "es un lugar de paso, no te quedes ahí parada..."
Eso era. Movimiento, no quedarse quieto, la vida no es un lugar para esperar, sino para caminar, para avanzar, para conocer... eso era.
Lo único que subió las escaleras, fué el gurdia de seguridad que me avisaba de que no podía quedarme ahí quieta, era un lugar de paso, así que debía caminar.
Me fui arrastrando los pies calle abajo, sin rumbo fijo, pensando que nunca encontraría esa señal que tanto buscaba, que nada me haría despertar de la estática emocional...
Y recordé al guardia de seguridad, subiendo las escaleras, con serio semblante "es un lugar de paso, no te quedes ahí parada..."
Eso era. Movimiento, no quedarse quieto, la vida no es un lugar para esperar, sino para caminar, para avanzar, para conocer... eso era.
11 de marzo de 2009
Anonimato
Hoy por hoy, soy lo que soy.
Mañana tal vez sea un yo mas amable...pero siempre mi yo en medio de la gente, mi yo q siempre es y que nunca cambia.
Hoy quizá aprenda a ser como vosotros, pero en el fondo sé que soy yo sin nada que ver al resto...perdida en medio de un montón de gente, encontrandome a mí misma en cada rincón de felicidad escondida en un mundo disfrazado de intenciones sin metas.
Mi yo elevado al infinito cuando soy libre atada a vuestras cadenas...
Mañana tal vez sea un yo mas amable...pero siempre mi yo en medio de la gente, mi yo q siempre es y que nunca cambia.
Hoy quizá aprenda a ser como vosotros, pero en el fondo sé que soy yo sin nada que ver al resto...perdida en medio de un montón de gente, encontrandome a mí misma en cada rincón de felicidad escondida en un mundo disfrazado de intenciones sin metas.
Mi yo elevado al infinito cuando soy libre atada a vuestras cadenas...
Hasta siempre...
Me senté delante de la ventana para ver cómo se subía al coche cargado con su caja llena de momentos, calado hasta los huesos debajo de aquel manto lluvioso en que se habia convertido el cielo... y me uní al desfilar de gotas de agua en el cristal, abrí el torrente de mi cuerpo y dejé salir esas lágrimas que tanto me había costado mantener dentro de mí.
Debía ser así, era injusto para él, quizá también lo había sido para mí, pero había llegado el momento y no podía echarme atrás como tantas otras veces...
Lo seguí con la vista hasta que giró en la esquina de la frutería, me sequé los ojos y me giré decidida a ver con una nueva perspectiva el apartamento, mi apartamento.
En un momento me encontré rediseñando los espacios, llenándolos de mí y de mis deseos, preparando un nuevo lugar lleno de sueños, ilusiones y ganas de vivir.
Comenzaba una nueva etapa y la afrontaba con muchas ganas...
28 de noviembre de 2008
Jueves por la mañana en París
El día despertaba más frío que de costumbre, la luz empezaba a cubrir las calles y mis ojos comenzaban a desempañarse del sueño...
Miré por la ventana y vi pasar a una señora con una gran bufanda que la cubría hasta los ojos y unos elegantes guantes de ante negro, caminando deprisa para dejar a trás el frío que la perseguía.
Sentí un escalofrío, la estancia estaba vacía, era tan grande que la pequeña estufa bajo la mesa apenas podía mantenerme calientes los pies...
Me tapé como pude con la mantita, me encogí y sentí un entumecimiento en el cuerpo por la tensión que me provocaba la temperatura ambiente...
Necesitaba tomar algo caliente que me devolviera color y vida, así que decidí ir a la cafetería situada al otro lado de la calle.
Me puse la bufanda, el abrigo cerradito hasta arriba, cogí el bolso y me armé de valor para cruzar el polo en que se había convertido la calle.
Abrí la puerta de bar y sentí el aroma del cafetal y el calor de sus tierras meridionales...entré y me senté a un lado de la barra. Saludé y sonreí al camarero, "lo de siempre por favor", "bien calentito?", "sí, gracias"...
El ambiente era distinto aquella mañana, ya no era el bar de siempre, con Emilia tras la barra, las señoras hablando de sus hijos, la de la peluquería apurando un café entre tinte y permanete y el de la ferretería derrochando simpatía entre las féminas.
Esta mañana estaba en París, en un clásico café con encanto, con gente dispar y pintoresca, con olores y matices de otro tiempo.
A mi lado se encontraba un chico con aire de artista, con su pelo largo, su boina ladeada y un grueso jersey de lana. Apuraba un purito con estilo y ojeaba ensoñando otra realidad en un periódico muy usado.
En una mesa del fondo se encontraba una joven mujer, desayunando un bollo, zumo y un gran café. Parecía triste y distraída y apenas había comido nada. Sus ojos mostraban melancolía, y sus manos parecían agotadas... quizá vivía un desamor desconsolado...una historia de amor pasional a la francesa...
Se abrió la puerta y entró un hombre ya cansado de saber, con los años tatuados en su rostro, con la pausividad de los años y la paciencia adquirida. Pidió un café y me regaló un guiño de ojo.
Me concentré en mi café, lo veía humear y absorvía todo su aroma al respirar. Encendí un cigarrillo, crucé las piernas subida en el taburete y apoyé el codo en la barra. Fumé con el estilo que sólo puedes fumar en un café de París, me entretuve ojeando sin ver una vieja revista de moda, sonreí por haber viajado por sorpresa aun lugar con tanto encanto...
23 de noviembre de 2008
Sabor
Cerré los ojos, dejé que la música cubriera el espacio que me rodeaba, dejé que el olor del cigarro causara su efecto, me dejé...dejé de oir mi pensamiento, dejé de sentir el tic tac, me dejé llevar por el sabor que añoraba.
Se fué cerrando el círculo, los colores giraban formando estelas de luz, el espacio se fué estrechando, el aire llenaado mis espacios, elevando mi yo más puro, quise sentir el sabor de los sueños, el sabor de la vida corriendo por mis venas, el sabor del oxígeno que empapa mis ideas.
La humedad hizo cálido el momento, el tacto se hizo pluma, el sonido viajero, tu aire en mi cuerpo, mi agua en tus besos...
Probé el sabor que tienen las cosas cuando soy luz y brilla, el sabor dulce y fresco de los días color añil, el sabor bueno que tiene vivir...
Probé el amargo de los momentos en que dejo, que la oscuridad nuble mi vista, el sabor de olvido, el sabor a viejo...
Me quedo con tu sabor, con mi sabor, con el sabor de soñar, de saber y de creer, de poder si se quiere, de dejarse llevar por el mecer de las olas, por el vaivén de tu barca, por el aire de mi cuerpo...
Sabor a mi, cuando más siento que soy.
Se fué cerrando el círculo, los colores giraban formando estelas de luz, el espacio se fué estrechando, el aire llenaado mis espacios, elevando mi yo más puro, quise sentir el sabor de los sueños, el sabor de la vida corriendo por mis venas, el sabor del oxígeno que empapa mis ideas.
La humedad hizo cálido el momento, el tacto se hizo pluma, el sonido viajero, tu aire en mi cuerpo, mi agua en tus besos...
Probé el sabor que tienen las cosas cuando soy luz y brilla, el sabor dulce y fresco de los días color añil, el sabor bueno que tiene vivir...
Probé el amargo de los momentos en que dejo, que la oscuridad nuble mi vista, el sabor de olvido, el sabor a viejo...
Me quedo con tu sabor, con mi sabor, con el sabor de soñar, de saber y de creer, de poder si se quiere, de dejarse llevar por el mecer de las olas, por el vaivén de tu barca, por el aire de mi cuerpo...
Sabor a mi, cuando más siento que soy.
14 de noviembre de 2008
Tiempo
La niebla cubría la estancia, tu voz suave y pausada decian las cosas que los dos ya sabíamos, escuchaba tus palabras y mis pensamientos, olía el aire y sentía el viento.
La luz entraba por un hueco abierto en las cortinas, el ruido de la noche en silencio, el humo de un cigarrillo mal apagado, la música de tus frases...
Te miraba, observaba atenta el movimiento de tus labios, una sonrisa que se escapaba, un cruce de miradas, un silencio...
Sentí como se detenía el tiempo, un segundo, dos y volvían los minutos a caminar...me volví muda en sonidos, pero oradora en mis movimientos.
Sentía tener que articular alguna palabra, una frase...pero no alcanzaba a ordenar los miles y miles de pensamientos que se agolpaban al momento a las puertas de mi alma...
Sonreí, te miré y sonreí.
Una frase se posaba ante mis ojos, "El tiempo lo destruye todo" y yo necesitaba eso...tiempo...
destruiría el tiempo lo que aún estaba por construirse, o existen lazos tan fuertes que ni el tiempo consigue destruirlos...
Solo el tiempo sabe lo que es el tiempo.
11 de noviembre de 2008
Una jaula de cristal
Miraba por la ventana como el agua iba formando charcos en los desniveles del patio, como cada gota formaba esos circulos concentricos que en dias como hoy tanto le gustaba mirar. Sentía que cada gota marcaba un tiempo en su partitura, en la melodía desafinada en que su vida se habia convertido.
Estaba casada con un buen hombre, un hombre que la amaba y hacía todo lo posible por hacerla feliz. Trabajaba para que en aquella casa no faltase de nada, la animaba en sus trabajos tambien, cuando la echaban o se terminaban sus contratos. Siempre dispuesto a escucharla aunque no por eso a entenderla.
La vida transcurría sin sobresaltos, instalados en la rutina del día a día. Con sus cenas los sabados por la noche en el restaurante de siempre, con sus horas de quererse ese mismo sabado, semana tras semana... comida familiar los domingos, y café con los amigos los jueves.
Elena miraba sin mirar, hasta que la despertó de su hastío un pájarito que se posó en la ventana para resguardarse de la lluvia. Ella lo observó, observó como agitaba sus alas para quitarse las gotas de agua, observó como daba saltitos para ir hacia el otro lado del alféizar y quiso ser pájaro.
Se imaginó surcando los cielos, siendo libre, viajando, observando el mundo, revoloteando con otros pájaros, nadando en una fuente, comiendo pan en la mano de un niño...
El teléfono la despertó de su sueño. Era su marido, hoy no iría a comer, tenía demasiado trabajo.
No le importó, en realidad le gustó el cambio de planes, era algo que no ocurría a menudo. Su marido era un hombre de costumbres, y era difícil que se saliese de sus planes.
Decidió aprovechar ese momento de cambio y pensó en salir a comer fuera ella sola. Nunca había hecho nada igual, y la sóla idea de hacer algo nuevo y diferente la hizo reir a carcajadas.
Fué corriendo hasta el cuarto y se cambió de ropa, se quitó los vaqueros y la sudadera y se puso un primaveral vestido blanco, se calzó unas sandalias, cogió una chaqueta roja "por si acaso" y se pintó los labios con carmín.
Hacía rato que había parado de llover, el sol relucía en el cielo azul de mayo, y la temperatura era muy agradable. Fué esquivando los charcos de camino a la parada del autobús, se puso unas grandes gafas de sol y se sentó en un bordillo a esperar.
Se entretuvo mirando a la gente pasar, niños en bicicleta, una mujer con bolsas de la compra, un perro con una pelota, un abuelo con el carrito llevando a su nieto...llegó el autobús para tapar la visión.
Subió y le regaló una amplia sonrisa al conductor, que le respondió con una especie de gruñido mientras le daba el ticket.
Se sentó al lado de la ventanilla cerca de la puerta y esperó mientras seguian subiendo más pasajeros. Vió subir a un chico, llevaba una gorra y unas gafas, así que no pudo distinguir bien su rostro. Estaba escuchando música de un ipod, y se movía al ritmo de las notas mientras se encaminaba hacia donde estaba ella. Y allí se paró, de pie, a su lado.
Podía notar el roce de la pierna a su brazo y eso la incomodó un poco, trató de arrimarse a la ventanilla y miró hacia arriba para descubrir que el chico la miraba sonriente. Se había quitado las gafas y ya no oía música. Le dijo un hola super alegre y se agachó para quedar a su altura. Le susurró al oído que toda aquella gente que los acompañaba en ese momento eran hologramas, que sólo ella y él eran reales, que disimulara hasta bajar del autobús.
Ella intentó no sonreir, estaba entre sorprendida e indignada. Porque le hablaba? Porque le decía esa tontería? Lo miró curiosa y él le guiñó un ojo.
Decidió no hacerle caso, y miró todo el rato por la ventanilla. Cuando quiso darse cuenta, aquel chico había desaparecido y sintió un halo de tristeza.
Llegó a su destino, se bajó al lado del centro y se encaminó a la zona del puerto.
Se sentó en una terraza junto al mar, miró al horizonte y respiró profundo. El olor de la sal inundó sus pulmones, escuchó las olas batir en las rocas y el canto de una gaviota a lo lejos. Tuvo una sensación extraña, sintió tranquilidad por el lugar y al situación, pero no pudo evitar sentirse culpable por haber salido sola sin avisar a su marido.
Perdida en sus pensamientos la encontró el camarero mientras le enteregaba la carta, la miró y se sonrojó. A ella le hizo gracia y le dedicó una enorme sonrisa que no hizo más que intensificar el rojizo de su piel.
No sabía que elegir, normalemente su marido elegía por ella, hacía mucho tiempo que no pensaba en lo que quería, así que se tomó su tiempo. Ensimismada en una decisión tan importante escuchó una voz que ofrecía una sugerencia de menú. Se giró para encontarse con el camarero cuando vió al chico del autobús detrás de ella diciéndole no sé qué de un lenguado...
Se quedó sorprendida y paralizada, sin saber reaccionar, y antes de que pudiera articular palabra, el ya estaba sentado en su mesa.
Hola me llamo Samuel, y hoy me gustaría ser tu acompañante, si la bella dama no tiene inconveniente...
Ella puso cara de enfado en un principio, pero la verdad que le había gustado la sorpresa. Decidió dejar que las cosas transcurrieran sin más y le dijo que sí, que podía acompañarla y que su nombre era Elena.
La bella Elena, dijo él.
Empezaron a hablar del encuentro en el autobús, el era un hombre lleno de energía, sonriente, seguro de sí mismo y muy imaginativo. No paraba de hablar y hablar, y ella lo observaba curiosa y divertida.
Pidieron de comer y siguieron charlando, conociéndose, riendo como hacía mucho tiempo no hacía, y haciendo que el tiempo transcurriese veloz.
Decidieron tomar café en otro lugar. Fueron paseando por el puerto, y ella le contaba como era su vida, su matrimonio, sus trabajos, su familia...y a cada palabra su sonrisa se desvanecía un poco.
El la miraba en silencio, notaba la tristeza de sus palabras y veía que era un pajarito encerrado en una jaula de oro.
Él le pidió que le hablara de sus sueños, de sus ilusiones, de sus anhelos...y ella habló para sí misma en alto, dejó volar su imaginación y habló y habló sin parar, riendo a cada poco, mirándolo pícara cuando sus ojos expresaban más que su boca.
Se olvidaron del café, se sentaron en las rocas de la playa, y se quedaron en silencio.
Elena tenía la sensación de conocer bien a Samuel, se parecía al hombre que aparecía a veces en sus sueños, que hacía sus conjuros para liberarla de las cadenas de la vida mortal.
Lo miró, y descubrió unos ojos que la miaraban fijamente, una mano que se acercaba a colocar un mechón de pelo rebelde, una mano que se posaba junto a la suya.
No entendía bien lo que ocurría, pero no quiso pensar, no quiso recordar que tenía una vida, una familia. Decidió tenerse a ella sola, a dejarse llevar por las olas, a descubrir la magia de Samuel.
Cerró los ojos, sintió la brisa que la cariciaba, notó una piel que la abrazaba, que le decía al oído, no dejes de soñar Elena, confía en mí, vuela y sé libre, feliz...
Arió los ojos y le besó, se acecó a él despacio y dejó que sus labios rozaran los de él, se detuvo el tiempo, notó la calidez, la respiración templada, la suavidad de su tacto.
Se dejó llevar, él la abrazó fuerte y se besaron como si les fuera la vida en ello, respirando el alma del otro, bebiendose la esencia de la vida.
Lo notó, notó como sus alas salían de su espalda, como se iban abriendo y estirandose de tanto tiempo guardadas, las desplegó todo lo que pudo, notó la suavidad de las plumas blancas, se elevó unos centímetros del suelo y vió la sonrisa de Samuel que la invitaba a volar.
Observo el sol a lo lejos, notó la fuerza de sus garras, la grandeza de su plumaje, la visión panorámica de sus nuevos ojos. Era un hermoso pájaro blanco, de profundos ojos y pico redondeado. Elevó el vuelo, feliz, segura de sí misma, sin la intención de volver más a aquel lugar, olvidándose de todo y viajando por el mundo, ya no habría jaula que pudiera contener su vuelo...
Estaba casada con un buen hombre, un hombre que la amaba y hacía todo lo posible por hacerla feliz. Trabajaba para que en aquella casa no faltase de nada, la animaba en sus trabajos tambien, cuando la echaban o se terminaban sus contratos. Siempre dispuesto a escucharla aunque no por eso a entenderla.
La vida transcurría sin sobresaltos, instalados en la rutina del día a día. Con sus cenas los sabados por la noche en el restaurante de siempre, con sus horas de quererse ese mismo sabado, semana tras semana... comida familiar los domingos, y café con los amigos los jueves.
Elena miraba sin mirar, hasta que la despertó de su hastío un pájarito que se posó en la ventana para resguardarse de la lluvia. Ella lo observó, observó como agitaba sus alas para quitarse las gotas de agua, observó como daba saltitos para ir hacia el otro lado del alféizar y quiso ser pájaro.
Se imaginó surcando los cielos, siendo libre, viajando, observando el mundo, revoloteando con otros pájaros, nadando en una fuente, comiendo pan en la mano de un niño...
El teléfono la despertó de su sueño. Era su marido, hoy no iría a comer, tenía demasiado trabajo.
No le importó, en realidad le gustó el cambio de planes, era algo que no ocurría a menudo. Su marido era un hombre de costumbres, y era difícil que se saliese de sus planes.
Decidió aprovechar ese momento de cambio y pensó en salir a comer fuera ella sola. Nunca había hecho nada igual, y la sóla idea de hacer algo nuevo y diferente la hizo reir a carcajadas.
Fué corriendo hasta el cuarto y se cambió de ropa, se quitó los vaqueros y la sudadera y se puso un primaveral vestido blanco, se calzó unas sandalias, cogió una chaqueta roja "por si acaso" y se pintó los labios con carmín.
Hacía rato que había parado de llover, el sol relucía en el cielo azul de mayo, y la temperatura era muy agradable. Fué esquivando los charcos de camino a la parada del autobús, se puso unas grandes gafas de sol y se sentó en un bordillo a esperar.
Se entretuvo mirando a la gente pasar, niños en bicicleta, una mujer con bolsas de la compra, un perro con una pelota, un abuelo con el carrito llevando a su nieto...llegó el autobús para tapar la visión.
Subió y le regaló una amplia sonrisa al conductor, que le respondió con una especie de gruñido mientras le daba el ticket.
Se sentó al lado de la ventanilla cerca de la puerta y esperó mientras seguian subiendo más pasajeros. Vió subir a un chico, llevaba una gorra y unas gafas, así que no pudo distinguir bien su rostro. Estaba escuchando música de un ipod, y se movía al ritmo de las notas mientras se encaminaba hacia donde estaba ella. Y allí se paró, de pie, a su lado.
Podía notar el roce de la pierna a su brazo y eso la incomodó un poco, trató de arrimarse a la ventanilla y miró hacia arriba para descubrir que el chico la miraba sonriente. Se había quitado las gafas y ya no oía música. Le dijo un hola super alegre y se agachó para quedar a su altura. Le susurró al oído que toda aquella gente que los acompañaba en ese momento eran hologramas, que sólo ella y él eran reales, que disimulara hasta bajar del autobús.
Ella intentó no sonreir, estaba entre sorprendida e indignada. Porque le hablaba? Porque le decía esa tontería? Lo miró curiosa y él le guiñó un ojo.
Decidió no hacerle caso, y miró todo el rato por la ventanilla. Cuando quiso darse cuenta, aquel chico había desaparecido y sintió un halo de tristeza.
Llegó a su destino, se bajó al lado del centro y se encaminó a la zona del puerto.
Se sentó en una terraza junto al mar, miró al horizonte y respiró profundo. El olor de la sal inundó sus pulmones, escuchó las olas batir en las rocas y el canto de una gaviota a lo lejos. Tuvo una sensación extraña, sintió tranquilidad por el lugar y al situación, pero no pudo evitar sentirse culpable por haber salido sola sin avisar a su marido.
Perdida en sus pensamientos la encontró el camarero mientras le enteregaba la carta, la miró y se sonrojó. A ella le hizo gracia y le dedicó una enorme sonrisa que no hizo más que intensificar el rojizo de su piel.
No sabía que elegir, normalemente su marido elegía por ella, hacía mucho tiempo que no pensaba en lo que quería, así que se tomó su tiempo. Ensimismada en una decisión tan importante escuchó una voz que ofrecía una sugerencia de menú. Se giró para encontarse con el camarero cuando vió al chico del autobús detrás de ella diciéndole no sé qué de un lenguado...
Se quedó sorprendida y paralizada, sin saber reaccionar, y antes de que pudiera articular palabra, el ya estaba sentado en su mesa.
Hola me llamo Samuel, y hoy me gustaría ser tu acompañante, si la bella dama no tiene inconveniente...
Ella puso cara de enfado en un principio, pero la verdad que le había gustado la sorpresa. Decidió dejar que las cosas transcurrieran sin más y le dijo que sí, que podía acompañarla y que su nombre era Elena.
La bella Elena, dijo él.
Empezaron a hablar del encuentro en el autobús, el era un hombre lleno de energía, sonriente, seguro de sí mismo y muy imaginativo. No paraba de hablar y hablar, y ella lo observaba curiosa y divertida.
Pidieron de comer y siguieron charlando, conociéndose, riendo como hacía mucho tiempo no hacía, y haciendo que el tiempo transcurriese veloz.
Decidieron tomar café en otro lugar. Fueron paseando por el puerto, y ella le contaba como era su vida, su matrimonio, sus trabajos, su familia...y a cada palabra su sonrisa se desvanecía un poco.
El la miraba en silencio, notaba la tristeza de sus palabras y veía que era un pajarito encerrado en una jaula de oro.
Él le pidió que le hablara de sus sueños, de sus ilusiones, de sus anhelos...y ella habló para sí misma en alto, dejó volar su imaginación y habló y habló sin parar, riendo a cada poco, mirándolo pícara cuando sus ojos expresaban más que su boca.
Se olvidaron del café, se sentaron en las rocas de la playa, y se quedaron en silencio.
Elena tenía la sensación de conocer bien a Samuel, se parecía al hombre que aparecía a veces en sus sueños, que hacía sus conjuros para liberarla de las cadenas de la vida mortal.
Lo miró, y descubrió unos ojos que la miaraban fijamente, una mano que se acercaba a colocar un mechón de pelo rebelde, una mano que se posaba junto a la suya.
No entendía bien lo que ocurría, pero no quiso pensar, no quiso recordar que tenía una vida, una familia. Decidió tenerse a ella sola, a dejarse llevar por las olas, a descubrir la magia de Samuel.
Cerró los ojos, sintió la brisa que la cariciaba, notó una piel que la abrazaba, que le decía al oído, no dejes de soñar Elena, confía en mí, vuela y sé libre, feliz...
Arió los ojos y le besó, se acecó a él despacio y dejó que sus labios rozaran los de él, se detuvo el tiempo, notó la calidez, la respiración templada, la suavidad de su tacto.
Se dejó llevar, él la abrazó fuerte y se besaron como si les fuera la vida en ello, respirando el alma del otro, bebiendose la esencia de la vida.
Lo notó, notó como sus alas salían de su espalda, como se iban abriendo y estirandose de tanto tiempo guardadas, las desplegó todo lo que pudo, notó la suavidad de las plumas blancas, se elevó unos centímetros del suelo y vió la sonrisa de Samuel que la invitaba a volar.
Observo el sol a lo lejos, notó la fuerza de sus garras, la grandeza de su plumaje, la visión panorámica de sus nuevos ojos. Era un hermoso pájaro blanco, de profundos ojos y pico redondeado. Elevó el vuelo, feliz, segura de sí misma, sin la intención de volver más a aquel lugar, olvidándose de todo y viajando por el mundo, ya no habría jaula que pudiera contener su vuelo...
10 de noviembre de 2008
La princesa del cuento
-Piii...Piii...mensaje en el correo. Quedamos esta noche?
-Sonrisa curiosa, duda momentánea...ummm..."está bien, nos vemos esta noche"
No le conocía personalmente y sin embargo era un amigo de toda la vida. Tenía la sensación de que podría contarle cualquier cosa, que sabría entenderla casi sin explicar y que aunque no fuera real, ellos ya se habían visto.
Pasó el día algo más despacio de lo habitual, tenía ganas de poner cara por fin a su compañero de fatigas, de discusiones mentalistas, a esa persona que tanto la ayudaba por nada...
No se sentía nada nerviosa, porqué iba a estarlo si ya era como de la familia...aunque no podía evitar que de vez en cuando se le escapara una sonrisilla pícara.
Cobraba los productos, en la caja del supermercado donde llevaba mas de 5 años, como una autómata. Pensaba en cómo sería el encuentro, que ropa se pondría, de qué hablarían, si se sentirían cortados, si perdería la magia del anonimato...
Disipó esos pensamientos en cuanto su compañera le gritó algo de unos precios...
-Sabes cuanto cuesta??
-Seguro que un montón...(ups, se le escapó)...digo, un momento que te lo miro...
Su compañera la miró extrañada, terminaron de cobrar a ambos clientes y se miraron sonriendo...Menudo despiste, Alba, su compañera le preguntaba que qué le pasaba, que parecía en otro mundo, y ella le respondía que sí, que pronto estaría en otro mundo.
Terminó la jornada y se apresuró en volver a casa, cogió el autobús de siempre con más prisa que nunca y pensó en su aspecto de camino a casa. Esto la desanimó un poco, el día a día, la falta de sueño y el pasarse 10 horas al día sentada en la caja, habían pasado una cara factura a su cuerpo, su rostro y su piel...
Llegó a casa y rápidamente se metió en la ducha, trató su piel con sus mejores jabones, sus cremas y todas esas cosas que debería hacer siempre y no era capaz de hacer...
Secó su cabello con energía, el tiempo se le echaba encima. Trató de devolverle el brillo que años atrás había perdido y se peinó lo mejor que pudo, dejando su larga melena suelta y dispuesta a jugar con el aire...
Abrió el armario y echó un vistazo a su interior. Tenía que dar el paso más importante, elegir que se pondría para ese primer encuentro.
Decidió ponerse ese vestido marrón que se ponía pocas veces. Estilizaba su figura y no era demasiado arreglado, no quería que se llevara una impresión equivocada.
Se puso la ropa interior, las medias, el vestido y unos zapatitos de charol marrón. Terminó de completar con una rebequita de punto negra, su pulsera de madera y unos discretos pendientes.
Miró su rostro en el espejo, decidió no maquillarse, quizá arreglar un poco el color y usar un poco de brillo en sus labios.
Se dió una crema para matizar la piel, se pinto las pestañas y puso un tenue brillo en los labios.
Estaba lista para ir a su encuentro. Ahora empezaba a estar más nerviosa. Cogió el abrigo y el bolso y paró un taxi en la calle, no quería llegar tarde.
El trayecto en taxi se le hizo eterno, vió las luces pasar como líneas de colores, la navidad se acercaba y la ciudad lucía sus mejores galas.
Se acercaban a la puerta del ayuntamiento donde habían quedado y vislumbró a lo lejos una figura oscura sentada en las escaleras. Decidió parar el taxi para aproximarse caminando. Pagó y se bajó.
Cuando arrancó el coche se encontraba al otro lado de la plaza mayor observado al otro lado la figura de su amigo desconocido. Se quedó paralizada un momento. Tuvo que respirar profundo para que sus piernas respondieran al impulso de empezar a caminar. Dió un paso, luego otro, y por fin, cogió el ritmo que cambiaría su vida.
Se acercó con la mayor decisión que pudo, son su mejor sonrisa y su mirada más segura.
La luz iluminó el rostro de él. Amables rasgos y una sonrisa encantadora. La miró alegre y sorprendido. Se saludaron como si se hubiesen visto hacía pocos días y decidieron acercarse al restaurante antes de que el frío estropeara la velada.
Se sentaron uno frente al otro y empezaron a hablar sin parar, a sonreir como niños, a observarse curiosos.
Ella se sintió bien, muy bien incluso y era feliz en aquel momento. Pensó que hacía demasiado tiempo que no disfrutaba de un momento así y de una conversación tan interesante, hacía demasiados años...
No quiso pensar más, decidió olvidar el mundo y disfrutar de aquello el tiempo que durase. Quizá era un principio para encontarse a ella misma o quizá un principio para encontrarlo a ÉL.
De todas las maneras, ella, esa noche, era la princesa del cuento y estaba decidida a terminar comiendo perdices.
3 de noviembre de 2008
Una nube
Es tanta la ilusión? Tan bonito? Debe ser una nube enorme y esponjosa, blanca, pulcra y espesa... será que yo nunca he conocido una nube así.
Tras la felicidad llega el olvido...
Fueron años de ir y venir, de amar y odiar, de reir y pelear...y ahora se han quedado en recuerdos vacíos cuando caen de tu lado.
Siempre pensé que nada cambiaría, que eso que nos hace querernos y odiarnos con tanta pasión, debía ser imposible de quebrar, quizá sólo sea una grieta y un poco de tiempo y comprensión vuelva a pegar los trozos de lo que un día fué tan especial.
Hoy pienso que siempre equivoco mis pasos, que los remordimientos de muchas noches y las alegrías de otras muchas, no fueron suficientes para demostrar nada. Quizá soy demasiado confusa, o quizá, y más probable, que tu nunca fueras del todo verdad.
Me equivoqué, tu oscuridad no era una pose, era real, y yo creí ver más allá y no comprendía como el mundo no lo veía igual que yo... porque yo no lo veía como era en el mundo, sólo en mi mundo.
Y ahora qué? Preguntas sin respuesta. Aunque sé que nada cambiará en mí, porque yo sí soy como muestro, porque hace mucho tiempo que me despojé de mis máscaras, porque hace mucho que ya no me escondo cuando estoy junto a ti.
La espera será larga, quizá eterna, pero no puedo evitar seguir queriendo que formes parte de mí.
Tras la felicidad llega el olvido...
Fueron años de ir y venir, de amar y odiar, de reir y pelear...y ahora se han quedado en recuerdos vacíos cuando caen de tu lado.
Siempre pensé que nada cambiaría, que eso que nos hace querernos y odiarnos con tanta pasión, debía ser imposible de quebrar, quizá sólo sea una grieta y un poco de tiempo y comprensión vuelva a pegar los trozos de lo que un día fué tan especial.
Hoy pienso que siempre equivoco mis pasos, que los remordimientos de muchas noches y las alegrías de otras muchas, no fueron suficientes para demostrar nada. Quizá soy demasiado confusa, o quizá, y más probable, que tu nunca fueras del todo verdad.
Me equivoqué, tu oscuridad no era una pose, era real, y yo creí ver más allá y no comprendía como el mundo no lo veía igual que yo... porque yo no lo veía como era en el mundo, sólo en mi mundo.
Y ahora qué? Preguntas sin respuesta. Aunque sé que nada cambiará en mí, porque yo sí soy como muestro, porque hace mucho tiempo que me despojé de mis máscaras, porque hace mucho que ya no me escondo cuando estoy junto a ti.
La espera será larga, quizá eterna, pero no puedo evitar seguir queriendo que formes parte de mí.
29 de octubre de 2008
Ya no soy tu muñeca
Levabas mucho tiempo jugando conmigo, era tu entretenimiento en los días de soledad, te arrancaba sonrisas y sueños, y eras feliz con lo poco que podía ofrecerte.
A mi me gustaba, me divertía ser una ilusión para ti. Me gustaba tener con quien jugar de vez en cuando. Con quien hablar los dias de agobio y soledad.
A veces me pedías demasiado, llegabas al punto en que debia ponerme seria, a veces incluso me enfadaba un poco, pero con dos boberias tuyas se me pasaba.
Siempre que podia y me apetecia iba a verte. Saliamos a jugar con la noche, a bailar, reir, beber y hablar y hablar de miles de recuerdos...
Hasta que desapareciste.
Ya no encontraba ningún mensaje que me hiciera recordarte y echarte de menos. No tenía con quien desahogarme esos dias en que todo es gris. Quien me arrancaría sonrisas ahora?
Empecé a preocuparme, a pensar que te habría pasado para olvidarte de mi de repente.
Te dejé mensajes. No tuve respuesta.
Me impacienté, me preocupé hasta que por fin caí... ya tenías otra muñeca.
Decidí llamarte para cerciorarme, así al menos dejaría de preocuparme por ti.
Y así era, ya tenías con quien jugar, con quien entretener las horas, a quien arrancar sonrisas y con quien beberte la noche...
No pude evitar sentir un halo de nostalgia y un poco de tristeza egoísta al pensar que todo cambiaría. Pero enseguida me alegré por ti. Sabía que lo deseabas. Tener una muñeca de carne y hueso, y no un montón de polvo de hada hecho de sueños.
Ahora sólo espero que tu nueva muñeca no se rompa como tantas otras antes, que ésta de verdad sea una princesa y no acabe convirtiéndose en monstruo y rompa ya tu maltrecho corazón.
Y si algún día te aburres, aquí siempre estará tu vieja muñeca...
26 de septiembre de 2008
Parydos
Al caer la fría noche de invierno
busco el sol en tu cuerpo.
Me aferro a la idea de que el calor
la pasional fiebre de tu piel
nace de la conjunción de nuestras almas
y no sólo de mis recuerdos del ayer
recuerdos emborronados por los vientos
por la brisa de este otoño de hojas sin fe
Echo la vista atrás y me parece
sentir en la nuca el frio aliento de tu sed
sed de anhelos y suspiros
de saborear tus labios y tu piel.
busco el sol en tu cuerpo.
Me aferro a la idea de que el calor
la pasional fiebre de tu piel
nace de la conjunción de nuestras almas
y no sólo de mis recuerdos del ayer
recuerdos emborronados por los vientos
por la brisa de este otoño de hojas sin fe
Echo la vista atrás y me parece
sentir en la nuca el frio aliento de tu sed
sed de anhelos y suspiros
de saborear tus labios y tu piel.
5 de septiembre de 2008
Silencio
29 de julio de 2008
you and I
Veo esos ojos tan llenos de bondad,
y me miras
y sonrío
Tus manos que acarician el alma
y me tocas
y sonrío
Tu suave piel que evoca el placer
y te acaricio
y sonrío
Tu silueta en la sombra que me observa
y noto tu presencia
y sonrío
You and I baby
y sonríe
que yo sonrío.
y me miras
y sonrío
Tus manos que acarician el alma
y me tocas
y sonrío
Tu suave piel que evoca el placer
y te acaricio
y sonrío
Tu silueta en la sombra que me observa
y noto tu presencia
y sonrío
You and I baby
y sonríe
que yo sonrío.
24 de julio de 2008
Un regalo
Gemir despacito
pegado a tu oreja.
Sentir en mis manos
el placer que te tienta.
Oir tus suspiros
y perder la cabeza.
Ahogarme en el vino
de tu pura belleza.
Apurar cada trago
del placer que me das.
Ir paso a paso
y no querer terminar.
Convertirme en el mago
y ser tú mi chistera.
Agitar mi varita
por tu aplauso y tu risa.
Ejecutar cada truco
por un beso tuyo.
Buscar lo imposible
sin pensar un segundo.
Sentirme invencible
sintiéndome tuyo.
Buscar en la cama
tesoros ocultos.
Y bajo las sábanas
perdernos muy juntos.
Agarrados al filo
del corazón.
Enganchados al ritmo
de nuestra pasión.
Persiguiendo los mimos
de la carne y el alma.
Mirar al abismo
de nuestras miradas.
Caer en el otro
sonriendo sin miedo.
Estar como motos
hasta sentirnos llenos.
Aullar como lobos
riendo sinceros.
Gritar como locos
para volvernos eternos.
Hacer cada día
el amor sin tocarnos.
Tocar melodías
cada noche al amarnos.
Amar sin palabras
Amar con el Alma
pegado a tu oreja.
Sentir en mis manos
el placer que te tienta.
Oir tus suspiros
y perder la cabeza.
Ahogarme en el vino
de tu pura belleza.
Apurar cada trago
del placer que me das.
Ir paso a paso
y no querer terminar.
Convertirme en el mago
y ser tú mi chistera.
Agitar mi varita
por tu aplauso y tu risa.
Ejecutar cada truco
por un beso tuyo.
Buscar lo imposible
sin pensar un segundo.
Sentirme invencible
sintiéndome tuyo.
Buscar en la cama
tesoros ocultos.
Y bajo las sábanas
perdernos muy juntos.
Agarrados al filo
del corazón.
Enganchados al ritmo
de nuestra pasión.
Persiguiendo los mimos
de la carne y el alma.
Mirar al abismo
de nuestras miradas.
Caer en el otro
sonriendo sin miedo.
Estar como motos
hasta sentirnos llenos.
Aullar como lobos
riendo sinceros.
Gritar como locos
para volvernos eternos.
Hacer cada día
el amor sin tocarnos.
Tocar melodías
cada noche al amarnos.
Amar sin palabras
Amar con el Alma
Ayer
Y miro a mis espaldas y sonrío, fue duro y doloroso, fué hermoso.
Y me giro, encaro al futuro, y finjo, que ahora, hoy es mejor.
Camino poco a poco hacia delante, mi tozudez jamás me dejará volver.
De reojo, atisbo de vez en cuando a lo que queda atrás, sonrío mientras
las lágrimas me empañan la visión.
13 de junio de 2008
Un abismo
Hoy hay un abismo entre la vida y yo.
Veo lejano el pasado, el presente y el futuro.
Trancurren los segundos mientras me balanceo en la cuerda floja,
no sé si caerme en el sin vivir de mi propia existencia o si agarrarme a la soga
que me ata a la vida inexistente.
Abismos tenebrosos para comenzar a vivir.
4 de junio de 2008
Libre
Sentirme libre atada a ti,
es el sentimiento más puro
que ha habitado mi ser.
Tu presencia inunda mi espacio,
llena mi tiempo y despierta
mis sentidos sentimientos.
Tu capacidad de amar
ha completado mis carencias.
Tus brazos firmes y seguros
han levantado mis caídas.
Tus miradas sinceras
han guiado mis pasos.
Tu paz llena mi alma,
tu tenacidad ayuda
a calmar mi fugaz espíritu.
Sentirme libre atada a ti
es mi deseo vital.
Sentir tu libertad,
mi empeño.
es el sentimiento más puro
que ha habitado mi ser.
Tu presencia inunda mi espacio,
llena mi tiempo y despierta
mis sentidos sentimientos.
Tu capacidad de amar
ha completado mis carencias.
Tus brazos firmes y seguros
han levantado mis caídas.
Tus miradas sinceras
han guiado mis pasos.
Tu paz llena mi alma,
tu tenacidad ayuda
a calmar mi fugaz espíritu.
Sentirme libre atada a ti
es mi deseo vital.
Sentir tu libertad,
mi empeño.
28 de mayo de 2008
Amar...sentir
Sentir como me amas,
amar como me sientes.
Saber que me buscas,
entender que no me mientes.
Saber que de tu boca,
saldrán las palabras
que tu alma evoca.
Saber que de tu piel,
sentiré el tacto,
que rozará mi ser.
Saber que no partirás,
al llegar el alba,
saber que permanecerás,
firme en tu causa.
Sentir que me sientes,
amar que me amas.
Saber que me encuentras,
en cada mirada.
amar como me sientes.
Saber que me buscas,
entender que no me mientes.
Saber que de tu boca,
saldrán las palabras
que tu alma evoca.
Saber que de tu piel,
sentiré el tacto,
que rozará mi ser.
Saber que no partirás,
al llegar el alba,
saber que permanecerás,
firme en tu causa.
Sentir que me sientes,
amar que me amas.
Saber que me encuentras,
en cada mirada.
22 de mayo de 2008
Relato
El taxi se acercaba al portal de tu casa y sólo pensaba en las ganas que tenía de despejarme un rato. Quizás ir a cenar y tomarme una copa, tener una agradable conversación , reir...no sé, algo que me sacara de la rutina que últimamente ocupaba todo mi espacio/tiempo.
A pesar de las idas y venidas por el mundo, que me exigía el trabajo, sentía que una amarga telaraña empezaba a cubrir mi vida de monotonía. No hacía más que viajar y viajar, y sentir la indescriptible soledad de los hoteles.
Tú me esperabas impaciente, ya hacía bastante tiempo que el único contacto que teníamos era telefónico. Llegué y me abriste la puerta sonriente, pero en cuanto viste mi cara cansada tu gesto se convirtió en comprensión. Cogiste mi maleta y la llevaste hasta el cuarto. Te seguí y aproveché para sentarme y dejarme caer sobre la cama, estirar los brazos y notar como todos los huesos intentaban recuperar su lugar primigenio. Cerré los ojos y traté de relajarme un sólo minuto...
Sentí como tu peso hacía vibrar la cama al sentarte, pero decidí no abrir los ojos. El silencio que escuchaba empezaba a transportarme hacia un estado de paz que creía desaparecido. Sentir tu mano mesando mi pelo, me despertó levemente de mi estado de concentración, pero sólo un instante, era muy agradable.
La constante caricia de tus manos me relajó por completo. Inhalé aire llenando mis pulmones profundamente y soltando a continuación un pequeño suspiro...
Tus manos descendieron por mi cuello muy suavemente, casi como un roce e hizo que un escalofrío recorriera mi espalda. Mi cuerpo empezó a reaccionas al estímulo que me provocaba tu tacto.
Empezaste a masajearme por encima de la blusa, hasta que la necesidad de contacto hizo que fueras desabrochando los botones poco a poco. Retiraste la tela que me cubría y noté como el aire erizaba mi piel al contacto del ambiente. Tu dedo recorrió la línea que divide mi cuerpo, muy despacio, dibujaste formas en él y sentí como tus besos coronaban la obra de arte que acababas de pintar.
Abrí los ojos y te observé dulcemente. Deseaba sentir por mucho tiempo aquella sensación, como mi cuerpo oxidado por el tiempo empezaba a recuperar el rubor de la excitación.
Decidí despojarme de los tacones y dejé resbalar la blusa por mis brazos para sentirme más aliviada. Empezaba a sentir calor, deseo...
Tomé tu mano te invité a sentarte a mi lado.
Nos quedamos unos segundos hablando con la mirada y pactando lo que iba a ocurrir a continuación.
Besé tus labios carnosos y dejé que mi lengua jugueteara con ellos, recorriendo cada centrímeto de suavidad.
Tu respiración se aceleraba a cada movimiento de mi cuerpo pegado al tuyo, al baile que empezábamos a ejecutar...
Mis manos se independizaron de mí y empezaron a tejer un nuevo destino en tu cuerpo. Acaricié tu torso ya desnudo y dibujé tus músculos con mis yemas... Tu boca se precipitó a saborear mi piel, besándome los pechos suavemente, mientras tus manos acariciaban mi espalda.
Sentía como tu cuerpo despertaba impetuoso, y un profundo calor empezaba a invadir mi intimidad.
Como si de una revolución se tratara desnudamos impacientes nuestros cuerpos, le declaramos la guerra al ocultismo que creaba la ropa y acercamos nuestras pieles deseosas de compañía.
Todo tu calor envolvió mi cuerpo como una cuerda invisible que me ataba a ti.
Los besos, el roce, las caricias... nos hicieron entrar en una dimensión paralela de excitación.
Tenía un sentimiento de vacío que deseaba que tu calmaras llenando mi ser. La respiración acelerada. El corazon latente deseando escapar... Tus manos dibujando mis medidas hasta alcanzar el centro de mi universo femenino... toda la tensión de la excitación previa, desembocó en un torrente de placer...un jadeo escapó entre mis labios y tu sonrisa iluminó el espacio.
Decidiste callar mi canto de sirena con tus labios y me besaste tan profundo que sentí como tu alma rozaba la mía.
Tu cuerpo pedía refugio y me buscaste para saciar tu deseo...entraste en mí firmemente, suave pero decidido, y el alivio se tranformó en suspiro huído de tu boca.
El rítmico movimiento ejecutó su pieza de baile mejor acompasada. Oleadas de placer cubrieron nuestro universo y vimos acercarse el ocaso...poco a poco, se acerca... la luz cegaba nuestra visión y el calor nos inundó por completo. Creía que no aguantaría por mucho tiempo aquellas placenteras sensaciones que se asemejaban misteriosamente al dolor...jadeos, caricias y algún beso fugáz...
Un segundo, que pareció efímero pero increíblemente intenso, hizo que sintiera como si la vida escapara de mi cuerpo, como si me transportara a un mundo paralelo cuando caí de golpe nuevamente en la realidad. La explosión de placer hizo que nos abrazáramos fuertemente y una lágrima asomó victoriosa en mis ojos. Respiré...
Extenuados nos acomodamos en el lecho. La respiración intentaba volver a la normalidad y el calor sublime comenzó a hacerse más suave.
Sentí una tranquilidad y una relajación incomparable.
Te miré y sonreías. Me guiñaste un ojo mientras tu mano dibujaba mi figura.
Tus labios dibujaron una palabra sin sonido que entendí al momento...sonreí divertida.
Creo que ya no me haría falta ir a cenar, ni a tomarme una copa, prefiero pedir el segundo aquí...
A pesar de las idas y venidas por el mundo, que me exigía el trabajo, sentía que una amarga telaraña empezaba a cubrir mi vida de monotonía. No hacía más que viajar y viajar, y sentir la indescriptible soledad de los hoteles.
Tú me esperabas impaciente, ya hacía bastante tiempo que el único contacto que teníamos era telefónico. Llegué y me abriste la puerta sonriente, pero en cuanto viste mi cara cansada tu gesto se convirtió en comprensión. Cogiste mi maleta y la llevaste hasta el cuarto. Te seguí y aproveché para sentarme y dejarme caer sobre la cama, estirar los brazos y notar como todos los huesos intentaban recuperar su lugar primigenio. Cerré los ojos y traté de relajarme un sólo minuto...
Sentí como tu peso hacía vibrar la cama al sentarte, pero decidí no abrir los ojos. El silencio que escuchaba empezaba a transportarme hacia un estado de paz que creía desaparecido. Sentir tu mano mesando mi pelo, me despertó levemente de mi estado de concentración, pero sólo un instante, era muy agradable.
La constante caricia de tus manos me relajó por completo. Inhalé aire llenando mis pulmones profundamente y soltando a continuación un pequeño suspiro...
Tus manos descendieron por mi cuello muy suavemente, casi como un roce e hizo que un escalofrío recorriera mi espalda. Mi cuerpo empezó a reaccionas al estímulo que me provocaba tu tacto.
Empezaste a masajearme por encima de la blusa, hasta que la necesidad de contacto hizo que fueras desabrochando los botones poco a poco. Retiraste la tela que me cubría y noté como el aire erizaba mi piel al contacto del ambiente. Tu dedo recorrió la línea que divide mi cuerpo, muy despacio, dibujaste formas en él y sentí como tus besos coronaban la obra de arte que acababas de pintar.
Abrí los ojos y te observé dulcemente. Deseaba sentir por mucho tiempo aquella sensación, como mi cuerpo oxidado por el tiempo empezaba a recuperar el rubor de la excitación.
Decidí despojarme de los tacones y dejé resbalar la blusa por mis brazos para sentirme más aliviada. Empezaba a sentir calor, deseo...
Tomé tu mano te invité a sentarte a mi lado.
Nos quedamos unos segundos hablando con la mirada y pactando lo que iba a ocurrir a continuación.
Besé tus labios carnosos y dejé que mi lengua jugueteara con ellos, recorriendo cada centrímeto de suavidad.
Tu respiración se aceleraba a cada movimiento de mi cuerpo pegado al tuyo, al baile que empezábamos a ejecutar...
Mis manos se independizaron de mí y empezaron a tejer un nuevo destino en tu cuerpo. Acaricié tu torso ya desnudo y dibujé tus músculos con mis yemas... Tu boca se precipitó a saborear mi piel, besándome los pechos suavemente, mientras tus manos acariciaban mi espalda.
Sentía como tu cuerpo despertaba impetuoso, y un profundo calor empezaba a invadir mi intimidad.
Como si de una revolución se tratara desnudamos impacientes nuestros cuerpos, le declaramos la guerra al ocultismo que creaba la ropa y acercamos nuestras pieles deseosas de compañía.
Todo tu calor envolvió mi cuerpo como una cuerda invisible que me ataba a ti.
Los besos, el roce, las caricias... nos hicieron entrar en una dimensión paralela de excitación.
Tenía un sentimiento de vacío que deseaba que tu calmaras llenando mi ser. La respiración acelerada. El corazon latente deseando escapar... Tus manos dibujando mis medidas hasta alcanzar el centro de mi universo femenino... toda la tensión de la excitación previa, desembocó en un torrente de placer...un jadeo escapó entre mis labios y tu sonrisa iluminó el espacio.
Decidiste callar mi canto de sirena con tus labios y me besaste tan profundo que sentí como tu alma rozaba la mía.
Tu cuerpo pedía refugio y me buscaste para saciar tu deseo...entraste en mí firmemente, suave pero decidido, y el alivio se tranformó en suspiro huído de tu boca.
El rítmico movimiento ejecutó su pieza de baile mejor acompasada. Oleadas de placer cubrieron nuestro universo y vimos acercarse el ocaso...poco a poco, se acerca... la luz cegaba nuestra visión y el calor nos inundó por completo. Creía que no aguantaría por mucho tiempo aquellas placenteras sensaciones que se asemejaban misteriosamente al dolor...jadeos, caricias y algún beso fugáz...
Un segundo, que pareció efímero pero increíblemente intenso, hizo que sintiera como si la vida escapara de mi cuerpo, como si me transportara a un mundo paralelo cuando caí de golpe nuevamente en la realidad. La explosión de placer hizo que nos abrazáramos fuertemente y una lágrima asomó victoriosa en mis ojos. Respiré...
Extenuados nos acomodamos en el lecho. La respiración intentaba volver a la normalidad y el calor sublime comenzó a hacerse más suave.
Sentí una tranquilidad y una relajación incomparable.
Te miré y sonreías. Me guiñaste un ojo mientras tu mano dibujaba mi figura.
Tus labios dibujaron una palabra sin sonido que entendí al momento...sonreí divertida.
Creo que ya no me haría falta ir a cenar, ni a tomarme una copa, prefiero pedir el segundo aquí...
20 de mayo de 2008
Sueño
Me desperté presintiendo que ya no estabas y la angustia no me dejaba respirar, miraba a mi alrededor buscando algo que me tranquilizara, aun cuando sabía que la oscuridad no me lo permitía.
Intenté calmarme, sentía como una presión en el pecho que me impedía moverme con soltura. Como pude, me fui apoyando en la pared y me dirigí hacia el baño, abrí el grifo y dejé que el agua resbalara por mi rostro. Parecía que las aguas volvían a su cauce.
Me incorporé y respiré profundo, todavía sentía alguna molestia. Volví a la habitación y me senté en el borde de la cama.
Una lágrima se asomó tímida sin saber muy bien cual era su destino, sentía una soledad profunda de repente, ¿y si era verdad? ¿y si ya no estabas?
Porqué no lo habría pensado antes, porqué no hice nada por resguardarte en mi lecho, no dejarte escapar...¿que haría ahora?
No podía ser, no podía imaginarme que fuera real, no era posible. La intriga, el desconcierto se fueron apoderando de mi poco a poco. Empezaron a llegar la ansiedad, los nervios...
Miles de porqués decidieron unirse a la marabunta de incógnitas que ya habitaban en mi.
No paraba de dar vueltas por la casa intentando averiguar si era cierto, si podría ser real o era una de esas malas jugadas que me provocaba mi otro yo.
Le tomé la delantera y empecé a pensar con claridad. Me amaba, no se iría sin despedirse, no podría desaparecer por mucho tiempo, volverá. Me necesita y vendrá a buscarme.
O no.
El torrente de desesperación volvió a inundar mi pensamiento. No lo aguantaba iría en su búsqueda. ¿¿Querría él que lo encontrara?? tenía que intentarlo...
Intenté calmarme, sentía como una presión en el pecho que me impedía moverme con soltura. Como pude, me fui apoyando en la pared y me dirigí hacia el baño, abrí el grifo y dejé que el agua resbalara por mi rostro. Parecía que las aguas volvían a su cauce.
Me incorporé y respiré profundo, todavía sentía alguna molestia. Volví a la habitación y me senté en el borde de la cama.
Una lágrima se asomó tímida sin saber muy bien cual era su destino, sentía una soledad profunda de repente, ¿y si era verdad? ¿y si ya no estabas?
Porqué no lo habría pensado antes, porqué no hice nada por resguardarte en mi lecho, no dejarte escapar...¿que haría ahora?
No podía ser, no podía imaginarme que fuera real, no era posible. La intriga, el desconcierto se fueron apoderando de mi poco a poco. Empezaron a llegar la ansiedad, los nervios...
Miles de porqués decidieron unirse a la marabunta de incógnitas que ya habitaban en mi.
No paraba de dar vueltas por la casa intentando averiguar si era cierto, si podría ser real o era una de esas malas jugadas que me provocaba mi otro yo.
Le tomé la delantera y empecé a pensar con claridad. Me amaba, no se iría sin despedirse, no podría desaparecer por mucho tiempo, volverá. Me necesita y vendrá a buscarme.
O no.
El torrente de desesperación volvió a inundar mi pensamiento. No lo aguantaba iría en su búsqueda. ¿¿Querría él que lo encontrara?? tenía que intentarlo...
16 de mayo de 2008
Fantasía
Te has convertido en mi fantasía todo este tiempo, no sé como interpretar esa sensación, pero no voy a negar que la disfruto. Apareces en los momentos más isospechados, y me encuentro de repente soñando conscientemente en la vida paralela que me corresponde a tu lado.
No eres tú en realidad, creo que es la imagen que he creado de ti, como yo quiero. Sabes que siempre he sido bastante egoísta contigo, pero no me arrepiento. Me produce placer pensar que soy la dueña de esto.
Me imagino cientos y miles de situaciones que se reducen a la misma. Siempre aparece el mismo lugar, la misma luz y tu imagen oscura y desdibujada. Quizá no sea tu imagen.
Las sensaciones son repetitivas, es un bucle que no deja de provocarme sensaciones que ya creo haber vivido. Apareces oscuro, canalla, dominante y a la vez la imagen de mí en esas fantasías te considera su guardián protector, su salvador.
Quizá no sea correctamente dicho una fantasía, sino el recuerdo de la fantasía que viví contigo. No tengo recuerdos reales de aquella época, creo que mi mente ha ideado una realidad paralela que ha cambiado todo lo que en realidad pasó.
No me importa, me gustan estos recuerdos fantasiosos.
Hoy he vuelto a soñarte, a recordar una ficiticia situación, siempre entre tinieblas, siempre en silencio, pero muy presente.
13 de mayo de 2008
Deseos inacabados
Te veo en la distancia y siento un deseo inacabado...quizás no sea un deseo propiamente dicho, creo que puede ser una fantasía mezclada de recuerdos. Pero me hace sentir cosas que creía olvidadas...
Pienso y dejo volar mi imaginación.
En mis pensamientos eres más tú, veo tu lado más oscuro, ese que me fascina. En mi sueño expectante, tú eres el que llevas escondido.
En la distancia te añoro, recuerdo distorsionado a mi gusto para guardar como un tesoro tu recuerdo. Creo que nada tiene que ver con la realidad. Quizá tu huella en mi haya sido inventada por mi inspiración ensoñadora.
En la distancia eres fuerte, seguro, malvado y valiente. Eres el príncipe de las tinieblas. Mi rescatador de los suburbios. Eres el aliento de mi alma infecta.
En la distancia te veo como el señor dominado por los deseos de una insignificante niña, esa que te hace perder los papeles...
Cuando estás, cuando te siento a mi lado, mi corriente de sueños, deseos, fantasías y recuerdos se para, toma aliento e impulso, y vuelve a correr con fuerza al instante en que tu presencia se eleva.
Pienso y dejo volar mi imaginación.
En mis pensamientos eres más tú, veo tu lado más oscuro, ese que me fascina. En mi sueño expectante, tú eres el que llevas escondido.
En la distancia te añoro, recuerdo distorsionado a mi gusto para guardar como un tesoro tu recuerdo. Creo que nada tiene que ver con la realidad. Quizá tu huella en mi haya sido inventada por mi inspiración ensoñadora.
En la distancia eres fuerte, seguro, malvado y valiente. Eres el príncipe de las tinieblas. Mi rescatador de los suburbios. Eres el aliento de mi alma infecta.
En la distancia te veo como el señor dominado por los deseos de una insignificante niña, esa que te hace perder los papeles...
Cuando estás, cuando te siento a mi lado, mi corriente de sueños, deseos, fantasías y recuerdos se para, toma aliento e impulso, y vuelve a correr con fuerza al instante en que tu presencia se eleva.
9 de mayo de 2008
Y tu te vas
Y tu te vas y mi cancion se vuelve desesperada...
Vuelve a dibujarme con tus dedos, a cariciarme la mirada...
Conviérteme en tu sueño, y soñaré lo que me pidas...
Vuelve a dibujarme con tus dedos, a cariciarme la mirada...
Conviérteme en tu sueño, y soñaré lo que me pidas...
8 de mayo de 2008
Lluvia
Escuchaba el constante ritmo del agua golpeando los cristales, era un día caluroso, pero estaba tapada hasta los ojos, me sentía pequeña y frágil, y me daba miedo salir de aquel cuarto.
Como un gran acto de valor, me levanté moribunda y me arrastré hacia el baño. Mi cuerpo estaba entumecido y mis ojos se negaban a abrirse del todo. La oscuridad oscupaba toda la casa, ni un sólo haz de luz conseguía atravesar las barreras.
Me desnudé ritualmente y dejé que el agua resbalara purificadora sobre mi cuerpo. Sentía las gotas acariciar mi piel y el calor me hacía recuperar la vida que me había abandonado durante la noche. Empecé a abrir los ojos y miré a través de la cortina de agua, me costaba adaptarme a la oscuridad, pero poco a poco se dibujó una figura frente a mi. Sus ojos se clavaban como dagas. Semblante serio y reflejo de luz parpadeante.
No me asusté, tendí una mano fuera de mi cascada y agarré el cigarro mientras cerraba el agua. Dejé que el humo inundara mis pulmones en una inhalación profunda. Lo apagué y cogí una toalla para tapar mi verguenza. La vergüenza de este cuerpo profanado por la vileza.
Me di la vuelta para salir hacia el cuarto cuando sentí tu aliento en mi nuca. Me paralicé y me puse en tensión. Sentía los segundos como horas, mi respiración se corto en lo que parecía una agonía dulce.
Tus labios rozaron mi cuello y mi cuerpo recuperó el aliento, que se volvió suspiro. La tensión desapareció mientras tomabas mis manos y dejabas que mi cuerpo apareciera de nuevo tras la caída del telón.
El camino de vuelta a la cama fué un pequeño vuelo de pájaro, el frío había desaparecido y la lluvia ya sólo extendía un suave manto húmedo sobre la tierra.
23 de abril de 2008
Toc toc
Siento un incesante toco toc en mis sienes, mi pulso inunda como resueno de tambores todo mi cuerpo, toc, toc, pum, pum,toc, toc, pum, pum...es un ritmo constante, abrumador...
Está en rebeldía, no me dejará descansar ni un segundo. Es su manera de hacerse notar, quiere salir de su encierro...y yo no le dejo. Es su venganza el quemar mis nervios con su rítmico veneno. Me llevará esta melodía infinita a la muerte más sonora.
Llevo la música mortífera allá donde voy y acabará por hacer su gran final en una explosión de notas repetidas...toc, toc, pum, pum...
No quiero escuchar tu música malévola, aguantaré tu encierro como la condena de mis fechorías y si consigues hacer escuchar tu concierto, mi muerte acabará contigo...se apagará tu melodía.
Está en rebeldía, no me dejará descansar ni un segundo. Es su manera de hacerse notar, quiere salir de su encierro...y yo no le dejo. Es su venganza el quemar mis nervios con su rítmico veneno. Me llevará esta melodía infinita a la muerte más sonora.
Llevo la música mortífera allá donde voy y acabará por hacer su gran final en una explosión de notas repetidas...toc, toc, pum, pum...
No quiero escuchar tu música malévola, aguantaré tu encierro como la condena de mis fechorías y si consigues hacer escuchar tu concierto, mi muerte acabará contigo...se apagará tu melodía.
22 de abril de 2008
Solo
Estabas sólo entre la oscuridad y el silencio que habitaban en tu casa. Las noches de insomnio eran una rutina más en tu vida. Pasaba el tiempo y lo que te rodeaba era inamovible, era la soledad, la rutina la desesperación. Y tú único consuelo eran las noches en que yo me aparecía, te visitaba y te hacía olvidar por un momento todo eso...
No podías dejar de pensar en mi, de recordar los momentos que habíamos pasado juntos, de desear volver a tenerme, de olerme, sentirme, tocarme, mirarme a los ojos, saborearme...todo eso que ya no podías y necesitabas...cada noche, durante años...se estaba convirtiendo en una obsesión.
Te provocaba ansiedad el tiempo que distanciaba cada una de mis visitas, nunca podías saber de antemano cuando sería y eso, en verdad, hacía que te gustara más, era como un juego.
Las noches en mi ausencia las entretenías viendo viejas fotos, recordando nuestros juegos, las risas y pensando en las noches en que podías tenerme...
Y llegaba el momento, yo aparecía y tu sonreías como un tonto, feliz aunque sabías que no duraría, que no podrías tocarme, ni escucharme, sólo observar mi rostro e imaginar el resto. Eso te valía. Te conformabas con eso aunque lo deseabas todo.
Tenía fecha de caducidad, sabías que la tenía, tarde o temprano eso se acabaría, al igual que ahora.
Pero no te importa, lo disfrutas y lo seguirás haciendo mientras yo te lo permita.
21 de abril de 2008
Burbuja
Mi alma está llena de escarcha. Mi cuerpo gélido por el frío de tu ausencia. Estalactitas heladas clavadas en mi corazón aún caliente, cada latido me acerca un poco más a la muerte. Las cadenas de hielo me atan a la cueva de tu indiferencia. Mis labios azules ya no saben pronunciar tu nombre. El viento siberiano arrulla mis oídos en las noches eternas del polo, el polo donde tú me abandonaste.
Los lobos aúllan cercanos, oliendo en la brisa mi furia paranoica, la tormenta de mi tormento. Desapareceré cubierta de un manto blanco, mi cuerpo seguirá intacto pero mi alma volará hasta el infierno. Mi condena será la espera terrenal en mi cárcel gélida, nada me recordará la vida que una vez habitó mi ser, desapareceré de tus recuerdos y moriré en vida.
Viviré en la burbuja de tu remordimiento y volveré a revolverte en tus sueños, desconocerás mi imagen pero sentirás mi agonía. Tu descanso ya no te pertenece, serás el guardián de mi desdicha. Mi condena es tu condena.
18 de abril de 2008
Ella
Otra vez estaba ahí, mirándome frente a frente en la oscuridad. Esa mirada acusadora que me perseguía constantemente. ¿Por que no me dejas en paz? Trataba de huírla, rehusaba cruzarme con ella, pero era imposible. Cuando caía la noche sus ojos eran como dos enormes lunas que no se separaban de mí, sentía como si todo el mundo pudiera verlo igual que yo, aún cuando sabía que eso no era posible. Me pertenecían a mí, eran mi condena por las faltas que había cometido. Mi penitencia. Mi amarga compañía.
Cada noche sin falta venía a verme a mi cuarto, y yo me desesperaba, me retorcía, gritaba, lloraba...era una amarga daga la que se me clavaba en el pecho.
No podía más, tenía que escapar de ella. Salí corriendo en medio de la noche, las calles estaban vacías de gente pero llenas de ojos que me miraban. Corrí, corrí sin rumbo, entrecerrando los ojos. La imagen se distorsionaba, sólo distinguía las luces difuminadas de las farolas. Escuchaba el resonar de mis pasos sobre el empedrado, mi respiración acelerada que se mentremezclaban con mis sollozos y sentía las gotas de lluvia que empezaban a calar mi ropa.
Creí que el corazón me iba a estallar, estaba desorientada, extenuada pero parecía que la había perdido. Le había dado esquinazo, podría descansar aunque sólo fuera un momento.
Me senté en un banco del parque donde me encontraba, miré a mi alrededor intentando descubrir algo conocido que me ayudase a saber donde estaba. Creí reconocer una de las calles que salían de la ciudad vieja, iría por allí antes de que ella volviera a alcanzarme.
Tomé aire y me encaminé calle abajo.
A medida que mis pasos avanzaban sentía mas cercana su presencia, me seguía pero no se mostraba. Estaba acechante, esperando a ver mi reacción, esperando a saber donde iría a guarecerme de ella a sabiendas de que siempre me atraparía.
Aceleré el paso, sabía perfectamente donde me encontraba en ese momento y sabía a donde dirigirme. empecé a sentirme más segura, con una mínima esperanza de separarme de ella esa noche.
Estaba empapada, la lluvia era más fuerte ahora, corrí, cada vez más rápido, mi corazón bombeando, mis pulmones llenos de aire...corría, corría cada vez con más ganas. Te dejaré atrás. No me encontraras esta noche.
Llegué al portal y llamé insistentemente al timbre. Empezaba a impacientarme, si tardaba mucho me encontraría.
Escuché una voz y supliqué que me dejase entrar...la puerta se abrió y entré apresurada. Cerré la Puerta y subí las escaleras corriendo, piso por piso hasta llegar a su puerta. La golpeé con mis puños desesperados y se abrió. Me miraste sorprendido...
¿Que ha pasado?. Abrázame.
Me quité la ropa mojada y me di una ducha caliente mientras me mirabas preocupado. No entendías que hacía a esas horas de la madrugada en tu casa y en aquel estado. No recibiste ninguna explicación, pero no te importó en ese momento.
Me vestiste y me arropaste en tu cama, me abrazaste y me prometiste que dormiría tranquila. Tú velarías mi sueño, allí nadie me encontraría. Te creí porque ella te respetaba, sabía que tú podías vencerla.
Pasaron veloces las horas y amaneció en tu ventana. Abrí los ojos y te vi. Observandome con cara seria. Una explicación. Eso me pedías, querías ayudarme, pero yo no quería, era mi castigo, debía vivir con ello aunque a veces intentara zafarme. No podía explicarte.
Tu mirada estaba triste y expectante, no recibías respuestas, solo abrazos y escondidas miradas, te di un beso y te regalé media sonrisa. Me vestí y bajé a su encuentro. Ella estaría esperándome en el portal para acompañarme de nuevo a casa. Su mirada ya no era como anoche, se atisbaba un resquicio de complacencia.
Cada noche sin falta venía a verme a mi cuarto, y yo me desesperaba, me retorcía, gritaba, lloraba...era una amarga daga la que se me clavaba en el pecho.
No podía más, tenía que escapar de ella. Salí corriendo en medio de la noche, las calles estaban vacías de gente pero llenas de ojos que me miraban. Corrí, corrí sin rumbo, entrecerrando los ojos. La imagen se distorsionaba, sólo distinguía las luces difuminadas de las farolas. Escuchaba el resonar de mis pasos sobre el empedrado, mi respiración acelerada que se mentremezclaban con mis sollozos y sentía las gotas de lluvia que empezaban a calar mi ropa.
Creí que el corazón me iba a estallar, estaba desorientada, extenuada pero parecía que la había perdido. Le había dado esquinazo, podría descansar aunque sólo fuera un momento.
Me senté en un banco del parque donde me encontraba, miré a mi alrededor intentando descubrir algo conocido que me ayudase a saber donde estaba. Creí reconocer una de las calles que salían de la ciudad vieja, iría por allí antes de que ella volviera a alcanzarme.
Tomé aire y me encaminé calle abajo.
A medida que mis pasos avanzaban sentía mas cercana su presencia, me seguía pero no se mostraba. Estaba acechante, esperando a ver mi reacción, esperando a saber donde iría a guarecerme de ella a sabiendas de que siempre me atraparía.
Aceleré el paso, sabía perfectamente donde me encontraba en ese momento y sabía a donde dirigirme. empecé a sentirme más segura, con una mínima esperanza de separarme de ella esa noche.
Estaba empapada, la lluvia era más fuerte ahora, corrí, cada vez más rápido, mi corazón bombeando, mis pulmones llenos de aire...corría, corría cada vez con más ganas. Te dejaré atrás. No me encontraras esta noche.
Llegué al portal y llamé insistentemente al timbre. Empezaba a impacientarme, si tardaba mucho me encontraría.
Escuché una voz y supliqué que me dejase entrar...la puerta se abrió y entré apresurada. Cerré la Puerta y subí las escaleras corriendo, piso por piso hasta llegar a su puerta. La golpeé con mis puños desesperados y se abrió. Me miraste sorprendido...
¿Que ha pasado?. Abrázame.
Me quité la ropa mojada y me di una ducha caliente mientras me mirabas preocupado. No entendías que hacía a esas horas de la madrugada en tu casa y en aquel estado. No recibiste ninguna explicación, pero no te importó en ese momento.
Me vestiste y me arropaste en tu cama, me abrazaste y me prometiste que dormiría tranquila. Tú velarías mi sueño, allí nadie me encontraría. Te creí porque ella te respetaba, sabía que tú podías vencerla.
Pasaron veloces las horas y amaneció en tu ventana. Abrí los ojos y te vi. Observandome con cara seria. Una explicación. Eso me pedías, querías ayudarme, pero yo no quería, era mi castigo, debía vivir con ello aunque a veces intentara zafarme. No podía explicarte.
Tu mirada estaba triste y expectante, no recibías respuestas, solo abrazos y escondidas miradas, te di un beso y te regalé media sonrisa. Me vestí y bajé a su encuentro. Ella estaría esperándome en el portal para acompañarme de nuevo a casa. Su mirada ya no era como anoche, se atisbaba un resquicio de complacencia.
17 de abril de 2008
Si tu lengua es meteoro
Has llegado a mí, con tu serio semblante, con tu presencia armoniosa, con tu aura de paz. Has llegado a mí para traer calma a la tempestad, a la lluvia de estrellas que empapa mi alma. Has llegado a mi para amortiguar mi caída, para recoger los trozos de cristal, para no perder de vista mi estela plateada, para ser mi estrella Polar.
Permanece en mí inamovible, expectante con mi órbita, observador del espacio sideral.
Has llegado a mí para que mi luz no se apague, para que no muera otra estrella. Has llegado a mi para guiarme. Has llegado a mi porque eres eterno y yo fugaz.
Suéñame en tus sueños, saboréame en tu boca, si tu lengua es meteoro, que la mía, sea de cristal...
16 de abril de 2008
Recuerdo
Me incorporé en la cama y te vi tumbado a mi lado...parecías desdibujado por la poca luz que se colaba en tu ventana.
Mi cabeza era un hervidero. El alcohol empezaba a desaparecer.
Me embriagaba el olor a sexo que inundaba la estancia y los flashes de imágenes frenéticas pasaban ante mis ojos como una película acelerada. Volví a mirarte, esta vez, mis ojos te distinguieron con claridad, parecía que dormías tranquilo. Yo no lo estaba.
Traté de recordar todo lo que habia pasado esa noche, había salido a tomar algo y sacudirme el polvo de la rutina, te encontré por casualidad tratando de orientar tu rumbo.
Nos acompañaste toda la noche en nuestro rally alcohólico por los bares de la ciudad, te arrastramos en nuestra corriente magnética de desesperación, de lucha contra la cárcel invisible de nuestras vidas, y no te opusiste, tú tambien lo necesitabas.
Recuerdo que nos quedamos solos en medio de la multitud, el local lleno de humo, de olores y vapores alcohólicos, de música envolvente, recuerdo las risas, los movimientos sonóricos.
Tu mirada se volvió inyectante, poderosa y empezaste tu ritual de seducción. Te propusiste cazarme esa noche y en poco esfuerzo conseguiste morderme la yugular.
Me dejé hipnotizar por tus poderes vampíricos y me llevaste volando hasta tu morada.
Allí me tomaste, aprovechaste tu superioridad y tus encantos y me abandoné a ti. Me poseíste sin tregua; salvaje, excitante, divertida, frenética, placentera noche la que nos cubrió. Perdimos la noción del tiempo y del lugar, caímos extasiados.
Desaparecí.
Emprendí el viaje hacia el país onírico.
Espacio denso...
Ahora estoy aquí, en tu lecho. El humo se escapa entre mis labios suavemente mientras te observo. Cada calada lanza un destello cobrizo en tu espalda. Pareces indefenso ahora.
Me siento fuerte, podría ganarte esta vez yo a ti, pero soy cobarde.
Apago mi cigarro en algún cenicero rebosante de tiempo muerto. Recojo mis vestiduras rasgadas de la noche anterior y salgo sin mirar atrás.
Pasaré fugaz cada noche ante tu castillo en el aire, me recordarás de por vida, porque he dejado mi señal de fuego en ti. Ya nunca serás libre.
Mi cabeza era un hervidero. El alcohol empezaba a desaparecer.
Me embriagaba el olor a sexo que inundaba la estancia y los flashes de imágenes frenéticas pasaban ante mis ojos como una película acelerada. Volví a mirarte, esta vez, mis ojos te distinguieron con claridad, parecía que dormías tranquilo. Yo no lo estaba.
Traté de recordar todo lo que habia pasado esa noche, había salido a tomar algo y sacudirme el polvo de la rutina, te encontré por casualidad tratando de orientar tu rumbo.
Nos acompañaste toda la noche en nuestro rally alcohólico por los bares de la ciudad, te arrastramos en nuestra corriente magnética de desesperación, de lucha contra la cárcel invisible de nuestras vidas, y no te opusiste, tú tambien lo necesitabas.
Recuerdo que nos quedamos solos en medio de la multitud, el local lleno de humo, de olores y vapores alcohólicos, de música envolvente, recuerdo las risas, los movimientos sonóricos.
Tu mirada se volvió inyectante, poderosa y empezaste tu ritual de seducción. Te propusiste cazarme esa noche y en poco esfuerzo conseguiste morderme la yugular.
Me dejé hipnotizar por tus poderes vampíricos y me llevaste volando hasta tu morada.
Allí me tomaste, aprovechaste tu superioridad y tus encantos y me abandoné a ti. Me poseíste sin tregua; salvaje, excitante, divertida, frenética, placentera noche la que nos cubrió. Perdimos la noción del tiempo y del lugar, caímos extasiados.
Desaparecí.
Emprendí el viaje hacia el país onírico.
Espacio denso...
Ahora estoy aquí, en tu lecho. El humo se escapa entre mis labios suavemente mientras te observo. Cada calada lanza un destello cobrizo en tu espalda. Pareces indefenso ahora.
Me siento fuerte, podría ganarte esta vez yo a ti, pero soy cobarde.
Apago mi cigarro en algún cenicero rebosante de tiempo muerto. Recojo mis vestiduras rasgadas de la noche anterior y salgo sin mirar atrás.
Pasaré fugaz cada noche ante tu castillo en el aire, me recordarás de por vida, porque he dejado mi señal de fuego en ti. Ya nunca serás libre.
Estela
Estela es mi nombre,
la muerte mi condena.
A años luz
de tu presencia,
es la soledad
la que me vela.
Pasaré fugaz
a tu ventana,
me volveré voraz
con tu alma,
deséame
mientras me ganas,
me rendiré
si me amas.
Estela mi nombre,
la muerte mi morada.
Te alumbraré,
me soñarás,
te atraparé,
me capturarás,
te quemaré
y me amarás.
la muerte mi condena.
A años luz
de tu presencia,
es la soledad
la que me vela.
Pasaré fugaz
a tu ventana,
me volveré voraz
con tu alma,
deséame
mientras me ganas,
me rendiré
si me amas.
Estela mi nombre,
la muerte mi morada.
Te alumbraré,
me soñarás,
te atraparé,
me capturarás,
te quemaré
y me amarás.
Estela mi nombre,
mi corazón tu morada.
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